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CRITICA
Por: PACO CASADO
La ópera de Bizet es adaptada por Oscar Hammerstein, pero trasplantada de Sevilla a los Estados Unidos.
En su traslado se ha cercenado una serie de números musicales y ha quedado una mezcla de comedia musical, ópera, cine psicológico, tragedia...
Otto Preminger se conduce con equilibrio, dignidad y calidad por el terrible jardín donde le han metido.
Cerebral, preciso, correcto, imprime a la desventurada tragedia de Carmen un aire profundo, lleno de matices y cada gesto de los actores sugiere la existencia de un mundo interno.
Así los personajes que en la obra de Merimé son de cartón, llenos de tópicos, de pandereta, adquieren aquí hondura y se transforman como por encanto, sobreponiéndose a la anécdota. Preminger utiliza la partitura musical en los fondos logrando de esta manera un aire de premonición, como si los fantasmas de la ópera Carmen pesaran sobre estos personajes que, por capricho del destino, se encuentran en una situación semejante.
Esto se pierde cuando aparecen los números musicales a los que el compositor no les da el giro necesario para que no choque con la ambientación.
Sólo la habanera se salva.
Excelente interpretación de Dorothy Dandridge y buena fotografía de Sam Levitt.
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