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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la costa italiana vive Madame Rosa, una mujer judía muy mayor, sobreviviente del Holocausto, que vive en la ciudad sureña de Bari, donde posee una especie de guardería, en la que acoge a niños de las mujeres de la calle.
Un día Mohamed, un chico de senegalés, musulmán, de 12 años, al que le gusta mejor que le llamen Momo, le roba una bolsa con un par de candelabros que ella pretende vender, ya que tiene apuros económicos.
Momo, es huérfano, y en realidad está bajo la tutela del doctor Coen, que le hace confesar a quién le robó esos objetos y acto seguido se los devuelve a Rosa y a cambio le pide un favor, que cuide de Momo un tiempo y ante su negativa le ofrece 750 euros mensuales y por fin acepta, a regañadientes.
Para quitárselo un tiempo de su casa, le busca un trabajo con Hamil, un tendero, para que le ayude a cambio de una propina. Mientras tanto Momo contacta con un traficante que le ofrece vender droga, para lo que el chico sirve, porque conoce el mercado de ese negocio.
Hay un personaje, el de Lola, una vecina que es un travesti, a la que Rosa le cuida a su hijo, a la que su padre, que vive en Galicia, no la quiere, pero ella un día se empeña en que conozca a su nieto, que está interpretada por la española Abril Zamora.
Rosa, de vez en cuando tiene algunos trastornos físicos, pierde la cabeza, debido a los horrores vividos en Auschwitz, y un día le pide a Momo que le prometa que no la deje morir en un hospital.
El guion suprime algunas subtramas de la novela ganadora del Premio Concourt y de la versión fílmica anterior y cambia algunas acciones.
El meollo central de esta producción lo constituye las andanzas de Momo y su relación con Madame Rosa, que si bien al principio no lo quería, tras la relación que se establece entre ambos, como la de una madre y un hijo, acaba queriéndolo, originando así una tierna historia de amor filial, aunque no sea su madre como tal.
Esta película es una especie de remake, no confesado con algunas variantes, como el traslado de la acción a Italia en lugar de Francia como era en la novela y en el film francés Madame Rosa (Le vie devant soi) (1977), dirigido por Moshe Mizraki que consiguió el Oscar a la mejor cinta extranjera en 1978.
Aquí, como en el título citado en que se basa, tiene un gran trabajo la veterana actriz italiana Sophia Loren, como en aquel incorporaba el papel de Madame Rosa otra grande intérprete francesa como era Simone Signoret.
Esta película supone la vuelta al cine después de diez años de inactividad de Sophia Loren, a sus 86 años, con la breve interrupción de un par de cortos, entre ellos una versión de La voz humana (2014), realizada a petición de su propio hijo Edoardo Ponti, habido en su matrimonio con Carlo Ponti, con el que ahora repite y hace un gran trabajo en ese papel de una mujer maltratada por la vida, huida del Holocausto, que tuvo que ganarse la vida con la prostitución, convertida en este momento en un ser humano acogedor y cariñoso, capaz de querer a los hijos de otras mujeres que ella no tuvo.
Junto a ella se erige en auténtico protagonista el pequeño actor Ibrahima Gueye en el papel de Momo con una viveza impresionante que se gana el afecto del espectador en la evolución que hace de su personaje.
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