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CRITICA
Por: PACO CASADO
Raymod Chow, el productor de este 'Mister Boo' (1976), es conocido en todo el mundo por haber lanzado al estrellato al rey de las artes marciales, Bruce Lee.
Una vez agotado el filón del Kung-fu, tras la desaparición del famoso actor, el avispado productor parece buscar nuevos caminos con los que alcanzar de nuevo el éxito en la taquilla que ya obtuvieron sus películas precedentes.
Así puede ocurrir con 'Mister Boo' (1976), que viene precedida de una gran popularidad después de ser exhibida en China y en Hong-Kong, así como en otra capitales orientales.
Nos encontramos pues ante un film más de productor que de director, con unos fines claramente comerciales y en donde la realización ha sido encomendada a un actor, con apenas media docena de títulos en su haber, que encuentra así la oportunidad de afianzar el pasarse a la dirección, aspecto en lo que tiene un par de cintas realizadas con anterioridad.
Michael Hui en este caso se responsabiliza igualmente también del guion y asume totalmente el protagonismo de esta historia.
El realizador a su vez ha tomado a sus dos hermanos, uno de ellos como actor y además co-autor de la música, y a un par de amigos para llevar adelante este empeño.
Al final casi todo queda entre la familia.
Mister Boo es un famoso detective privado de Hong-Kong, un tanto huraño y engreído que contrata de mala gana como ayudante a un joven, que es un experto en artes marciales que, para sorpresa del protagonista le supera siempre en todo y al poco tiempo, terminará por desplazar a su propio jefe.
Esta leve trama argumental permite, a lo largo de las diversas peripecias, introducir gags de todo tipo, pero siempre con un humor fácil, claramente occidental, y asequible a toda clase de público, aunque con personajes y situaciones orientales que van desde el fácil chiste visual hasta la parodia más tópica sobre detectives particulares, a tono con la derivación humorística que en estos momento comienza a manifestarse en el cine de artes marciales de Hong-Kong.
En los aspectos puramente formales, desde el punto de vista cinematográfico, poco hay que destacar en este sentido.
La dirección es torpe y la interpretación es simplemente discreta, aunque eficaz para lo que se pretende, que no es otra cosa que divertir y obtener la risa del sencillo espectador.
Tiene una fotografía de lo más vulgar y una música machacona a base de recortes de diversos temas ya conocidos.
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