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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una muestra del cine costumbrista francés hecho de cara al divertimento del espectador pero con cierta dignidad.
Se nos cuenta aquí la historia de François Perrin, un chico impetuoso que trabaja en una empresa y forma parte del equipo de la misma que es el orgullo de la industrial ciudad.
Durante un entrenamiento se pelea con Bertier, la figura del equipo y se le ordena salir del campo.
Un día lesiona a la estrella del equipo, lo que desata las iras de los directivos hasta el punto que terminan por echarlo de la fábrica, del equipo, le acusa de violación y finalmente va a parar a la cárcel.
No obstante más tarde le llega la hora de tomarse su dulce venganza.
A partir de ese momento Perrin se va a convertir en un héroe para la ciudad después de llevar a la victoria al equipo, al tiempo que usa su fama para vengarse de Bertier, la estrella del mismo por las burlas sufridas anteriormente.
La película está tratada en un tono humorístico, pero esto no quita para que sus autores introduzcan en la misma un cierto tono de crítica social donde caricaturizan a determinados representantes de la comunidad en la que se desenvuelve el protagonista.
Esto hace que se estereotipen algunos personajes restándoles algo de verosimilitud, en favor de unos mejores resultados para la comedia que se construye en torno a ellos, a su opresión con los más débiles y a la alienación con que se usa a veces el deporte, el fútbol en este caso.
El film tiene un guion interesante de Francis Veber para esta comedia de costumbres que aborda con tono sarcástico la vida de una pequeña ciudad industral francesa.
El director Jean-Jacques Annaud, que proviene de la publicidad, teniendo en su haber varios centenares de spots realizados, hace con 'El cabezazo' (1979) su segundo largometraje.
Tal vez su experiencia en este campo al saber contar esas pequeñas historias es lo que haga que dote a esta cinta de una gran agilidad a la hora de narrar y montar esta divertida historia que tiene como protagonista a un desenfadado Patrick Dewaere, que hace un papel en el que sobresale la humanidad del mismo unido a un cierto temperamento ácrata que está bien secundado por un buen puñado de actores veteranos.
En definitiva el resultado es un divertido entretenimiento hecho con una gran dignidad muy apto para pasar un buen rato, lo que no es poco en estos tiempos que corren.
César al mejor actor secundario para Jean Bouise.
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