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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ante la escasez de argumentos nuevos a veces se tira de personajes ya conocidos y con un poco de imaginación se idea la precuela o el nacimiento de los mismos, en este caso los que fueron creados por los escritores británicos J.M. Barrie y Lewis Carroll cuyas obras son dos iconos de la literatura para niños.
Y así antes de que Alicia se adentrase en el País de las Maravillas y que Peter se convirtiese en Peter Pan, ambos eran hermanos y tenían otro mayor llamado David, según ha imaginado Marissa Kate Goodhill en este su primer guion para el cine.
David tiene 12 años, Peter 10 y Alicia 8, viven felizmente con sus padres en Inglaterra en los últimos tiempos del siglo XIX.
Ellos juegan en su jardín y en el bosque cercano a su casa y sus padres Jack y Rose le han enseñado a dejar volar su imaginación y disfrutan con fantásticas aventuras.
Un día, David, su hermano mayor, sufre un trágico accidente mientras jugaba a orillas del río y fallece, ahogado.
Los padres quedan desolados y sumidos en la desesperación.
La madre, Rose, se da a la bebida, mientras que Jack se dedica a jugar a las cartas y se entrampa en deudas que no puede pagar.
Los dos niños tratan de sacarlos del apuro, pero son engañados cuando intentan vender el reloj del padre para saldar las deudas.
Entre tanto la tía Eleanor, hermana de Rose, le ofrece ayudarlos a cambio de llevarse a Alice, pero la madre se niega.
La historia muestra la gran fuerza interior de los niños ante la tragedia y el poder de la imaginación para evadirse.
Ante estas circunstancias los chicos son obedientes de día pero de noche sueñan dando riendas suelta a su imaginación y así crean el país de los niños perdidos y otros mundos de fantasía, que son la antesala de sus incónicos viajes al País de las maravillas y al de Nunca Jamás.
El film se inicia con Alice adulta leyendo un cuento en el que incluye algo de esta historia a sus hijos John, Michael y Wendy.
El relato está lleno de objetos y personajes que aparecen en ambos cuentos que son fáciles de identificar por el espectador.
Llama la atención que en este caso los niños sean producto de una mujer blanca y un hombre negro, algo inusual en la época, que no corresponde a los originales del cuento, pero tal vez se haya querido dar una lección en estos tiempos de tanto racismo.
Posee la cinta una fotografía muy empastada y una música que en ocasiones nos suena a conocida.
Destacan los sencillos efectos especiales y sorprende Angelina Jolie en una película infantil, así como la colaboración de lujo de dos grandes, Michael Caine y Derek Jacobi.
La dirección cae en manos de Brenda Chapman, que es la primera mujer en ganar un Oscar al mejor largometraje de animación, compartido con Mark Andrews por el film Brave (2012), además del Bafta y varios premios más.
Se inició en la dirección con El príncipe de Egipto (1998), a la que siguió Brave (Indomable) (212) y ahora Érase una vez (2020) en la que debuta manejando actores de carne y hueso.
No cabe duda de que su filmografía es aún corta, pero sus trabajos son de calidad por los que ha recibido varios premios. En este caso deja volar su imaginación, como sus personajes, a la hora de poner en imágenes el guion escrito por Marissa Kate Goodhill que se apropia de los caracteres de Peter Pan y de Alicia en el País de la Maravillas para crear esta historia previa a esos extraordinarios cuentos que a todos nos encantaron de niños y que siguen haciéndolo a las nuevas generaciones de pequeños espectadores.
Es posible que los niños que vean esta película les entren ganas de jugar como lo hacen los protagonistas en lugar de tanto video juegos y maquinitas lo cual sería muy sano para su desarrollo.
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