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CRITICA
Por: PACO CASADO
Seguimos con las secuelas de los grandes éxitos, lo que denuncia, una vez más, que continúan los síntomas de agotamiento de nuevas ideas para llevar a la pantalla.
Como Superman (1978), Rocky (1977), Tiburón (1975) y otras tantas producciones por el estilo Emmanuelle (1974), no podía ser menos y así va ya por la cuarta entrega de la saga.
La primera constituyó un gran escándalo y consecuentemente fue todo un gran éxito de taquilla que todavía consiguió mantener Emmanuelle 2: La antivirgen (1975), pero que ya no pudo alcanzar la misma altura Adiós Emmanuelle (1977), además de que le surgió la competencia de la Emanuelle negra (1975), con toda una larga lista de títulos producidos como churros aprovechando la apertura de la censura con las películas eróticas y la clasificación S.
Evidentemente en la tercera entrega ya estaba el tema agotado, que bastante había dado de sí la novela de Emmanuelle Arsan, y ahora se recurre al procedimiento de proyección de las 3-D para poner algo de atractivo que llame la atención para poder seguir, aunque creemos que si lo logra no será por mucho tiempo.
Sylvia Kristel, que se ha dado cuenta, ha entregado el testigo en esta carrera para que se produzca el relevo.
Tan sólo aparece en las primeras secuencias para dejar que continúe Mia Nygren, que también tiene un cuerpo realmente escultural y una notable belleza con un cierto parecido aunque no tenga la misma fama que su predecesora.
Sylvia, que así se llama aquí la nueva protagonista, se marcha a Brasil huyendo de Marc, su ex-amante, y se entrega en las manos del Dr. Santamo, un especialista en cirugía estética, porque desea cambiar de look y así poder escribir un reportaje sobre esta cuestión.
Con una imagen distinta y con la misma personalidad, pero con una identidad diferente, ahora se llama Emmanuelle, se dedica en Brasil a experimentar sus apetitos eróticos en compañía de un psiquiatra con el que le llega un despertar sexual que se le complica con los recuerdos que aún le perduran de Marc.
Como en las anteriores entregas ese pretexto da la oportunidad de exponer a los personajes en esas situaciones eróticas aunque no estén muy justificada por la trama de la historia, que están muy bien realizadas.
Todo ello se lo pueden imaginar los espectadores antes incluso de asistir a la proyección.
Aunque lo que no nos atrevemos a adivinar nosotros es lo que hace en esta función el sistema de relieve 3-D como no sea la de llamar la atención.
El relato de por sí es confuso, inconexo y falto de hilación argumental, y está utilizado como un simple pretexto para el elegante exhibicionismo femenino, envuelto como siempre en una atractiva fotografía, con bellos paisajes de fondo, así como un ambiente y una música envolvente.
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