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CRITICA
Por: PACO CASADO
Don Siegel es un director que comenzó en la Warner Bros como montador, interviniendo en esta faceta en algunas películas importantes, y después pasó a la dirección de producciones de serie B.
Pero debido a sus notables cualidades, pronto le hicieron destacar, llamó poderosamente la atención de la crítica actual mediante un film que fue considerado como un clásico: 'La invasion de los ladrones de cuerpos' (1956) y posteriormente con cintas como 'Código del hampa' (1964), 'Brigada criminal' (1968) o 'Dos mulas y una mujer' (1970), le dieron un lugar muy considerado en la estima de la crítica.
Su cine siempre estuvo atraído por un estudio de la violencia en sus personajes.
En esa línea se ha mantenido con mayor o menor regularidad en sus últimas producciones hasta 'La jungla humana' (1968), primera que ha hecho con Clint Eastwood como protagonista, una línea de género que fue interrumpida por 'Dos mulas y una mujer' (1970), que era un western, pero no en cuanto a la violencia que estaba siguiendo en el policiaco.
Ahora continúa de nuevo en 'Harry el sucio' (1971) volviendo a ella, aunque pensamos que ha bajado con respecto a la que hasta ahora sigue estando considerada como su mejor película en el género del thriller: 'Código del hampa' (1964).
Ya le había ocurrido algo de ello en 'La jungla humana' (1968) y ahora parece que no ha logrado remontar el vuelo totalmente.
El film comienza como la crónica de un policía en su tarea y quehacer diario de su trabajo, con su forma de actuar y de resolver los casos de una manera muy peculiar que le dan ese apodo, pero pronto se centra en uno concreto.
Cuando en 1971 un loco que se hace llamar el asesino de Escorpio amenaza a la ciudad, el rudo inspector de San Francisco, Harry Callahan, es asignado para localizar y descubrir al psicópata junto con su nuevo compañero Chico González.
Posiblemente los guionistas pensaron que de seguir por ese camino inicial hubiera perdido comercialidad y decidieron concentrarse en un caso en concreto.
Tal vez si se hubiera continuado como al principio hubiera tenido más valor artístico e incluso de crónica o de documento social de la actuación de la policía, centrada en este protagonista un poco prototipo de antihéroe que derrumba el mito del agente perfecto, cumplidor y al que todo le sale bien.
Donald Siegel se ve por ello un poco entre la espada y la pared.
Por una parte desea continuar por ese camino, puesto que no desdeña la crítica de la sociedad norteamericana, pero por otro lado cede a estas conveniencias comerciales de seguir una línea dramática para una mayor aceptación del público medio.
No cabe la menor duda de que los métodos poco ortodoxos de Harry, que le dan el apodo, son reprobables, pero sin embargo son aceptados por sus superiores según les convienen.
A pesar de todo la cinta funciona a un buen nivel, con un dinámico montaje de las secuencias de acción, con una correcta dirección de puesta en imagen y con un inmutable Clint Eastwood cuya frialdad le va bien al personaje, ya que da el tipo en muchas ocasiones.
Contiene un reparto de buenos secundarios que apoyan perfectamente la labor del protagonista entre los que se incluyen algunos elementos jóvenes.
Destaca la acertada buena música de Lalo Schifrin y la correcta fotografía de Bruce Surtees para una película bastante aceptable.
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