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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine cómico francés ha contado a lo largo de su historia con algunos actores destacados, comenzando por Max Linder, pasando por Jacques Tati, Pierre Etaix y últimamente Louis de Funès, Bourvil y Pierre Richard.
Este último, desde su gran éxito de El gran rubio con un zapato negro (1972), de Yves Robert, parece estar lanzado, contando ya con una veintena de películas en su filmografía, seis de las cuales fueron dirigidas por él mismo.
Con Gérard Oury vuelve a encontrarse en 'El golpe del paraguas' (1980), tras haber trabajado juntos en La gran escapada (1978).
El equívoco es un tema muy socorrido a la hora de hacer una comedia de enredos.
Gérard Oury y su hija Daniele Thompson, con la que ya había colaborado en otra ocasión, a la hora de hacer el guion, parece que se inspiraron en una noticia de prensa aparecida no hace mucho en la que un disidente búlgaro fue eliminado en Londres con un paraguas cuya punta estaba envenenada y ellos utilizan aquí también como arma inocente un simple paraguas.
En esta ocasión el tema es el del equívoco de un actor que busca hacer el papel de un gángster y lo confunden con un mafioso auténtico que tiene que eliminar, con un paraguas envenenado, a un potentado en la fiesta de su cumpleaños, al que todos sus amigos le apodan cariñosamente "la ballena".
Al asunto meramente policiaco, unido a la poligamia del personaje en cuestión debido a su afición por las mujeres, le lleva a situaciones insólitas que refuerzan de alguna manera la comicidad apoyándose en un aspecto u otro de los mencionados abundando así las situaciones divertidas.
Gérard Oury es un director experto en la comedia como ya lo demostró con Las locas aventuras de Rabbi Jacob (1973), que tuvo un éxito extraordinario.
Pierre Richard es un actor cómico que tiende más al mimo que a cualquier otra forma de comicidad.
La historia de este film, como se puede ver, no es muy original, pero la confluencia de ambos hace que se logren algunos gags de buena factura, lo que consigue que se mantenga el interés del espectador, que a su vez es regalado con una buena fotografía del famoso Henri Decaë de los paisaje de ciudades como París en la primera parte y posteriormente en Niza, Saint Tropez o Cannes, donde fue rodada la cinta, durante el pasado festival de cine.
Una película divertida si lo único que se busca es pasar un rato de evasión.
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