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CRITICA
Por: PACO CASADO
Otra vez tenemos en la pantalla al famoso personaje de Fantomas en una nueva aventura y mucho nos tememos que puede no ser la última, ya que como en las dos entregas anteriores se vuelve a dejar la puerta abierta por si sigue funcionando la serie que pueda continuar.
El cine francés volvió a desempolvar y sacar del armario del tiempo este viejo mito que en los comienzo del cine y en la literatura había sido un gran éxito de público: Fantomas, el legendario y arriesgado personaje que desfacía entuertos y ayudaba a los más débiles frente a los poderosos e incluso contra la propia ley, como refleja el título de ésta que comentamos.
Esta vez los dos famosos personajes, Fantomas y el comisario Juve se van a Escocia en persecución de un insolente criminal para llevarlo ante la justicia, ya que quiere cobrarle dinero a los pobres escoceses por dejarlos vivir tranquilos.
El comisario Juve se instala en un gran castillo para proteger a su propietario y resolver los muchos problemas que hay en ese lugar, especialmente cuando tiene ocasión la celebración de una gran fiesta nocturna.
Este personaje es casi tan viejo como el propio cine, aunque ha sido resucitado recientemente, hace tan sólo unos años y ha perdido una parte de su original encanto al haber sido adaptado utilizándolo como un malhechor moderno, uno más de los muchos que suelen aparecer actualmente, que usa y abusa de los trucos más aventajados y progresistas de la técnica actual.
Junto a este defecto apuntado la serie va perdiendo también interés conforme avanza en nuevos capítulos, ya que las primeras películas de esta resurrección tenían mucha más agilidad narrativa que esta última entrega.
Se vuelven a repetir, una vez más, las situaciones y Louis de Funès hace de nuevo el mismo personaje de siempre, el único diríamos, el que utiliza para cualquiera de los papeles que suele encarnar, bien sea el del famoso gendarme de Saint Tropez o del comisario Juve o cualquier otro que se le presente, gesticulando como si estuviera subido al escenario de un teatro, que fue de donde salió y aún no se le ha quitado esa costumbre.
Tan sólo algunas situaciones tienen un poco de gracia, lo que hace que el film se sobrelleve algo mejor que si no las tuviera, pero eso no quiere decir que por ello salga de la mediocridad como le pasaba a los anteriores.
Como ocurría con las otras cintas está dirigida por uno de los viejos profesionales del cine galo, como es en este caso André Hunebelle en esta nueva aventura del encapuchado y misterioso hombre en esta ocasión trasladado al Reino Unido para descubrir un turbio asunto en el que se mezclan un lord y una lady, además de la propia policía británica.
Tiene un guion sin demasiada imaginación llevado a cabo con un ritmo cansino y con escenas que se alargan demasiado, tan sólo compensadas por el ajustado trabajo que hace Jean Marais en escenas arriesgadas y Louis de Funés en el papel del comisario Juve.
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