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CRITICA
Por: PACO CASADO
Richard Brown es un profesor universitario de Literatura, que lleva una vida recta pero anodina, que un día en una visita con el médico éste le diagnostica que tiene un cáncer de pulmón en estado avanzado que se ha expandido hacia las cápsulas suprarrenales y que le queda entre seis meses y un año de vida como mucho.
Esto hace que a partir de ese momento cambie su conducta se dedique a la bebida y se comporte de forma excéntrica en las aulas con los alumnos, a los que trata de forma despectiva, expresando los pensamientos que se les vienen a la cabeza, sin cortarse un pelo, algunos abandonan la clase y otros, los más fieles le siguen a dar las lecciones sobre la brevedad de la vida en cualquier lugar, la terraza, el bar, el jardín... y se muestra de forma abierta, sincera a veces hasta grosera en su actitud, o con cierto abandono un tanto imprudente.
Por otra parte su matrimonio hace aguas ya que Verónica, su esposa, le dice que mantiene una aventura con Henry, el rector de la universidad, y su hija Olivia les confiesa que es lesbiana.
Richard no le ha dicho a su familia, ni a nadie, salvo a Peter Mathews, su mejor amigo, cual es el diagnóstico de su enfermedad, quien trata de consolarlo y ayudarlo en todo lo posible, siempre manteniendo el secreto.
En ello transcurre la mayor parte del argumento de esta película, en los consejos que le da a sus estudiantes, en la forma de comportarse a partir de ese momento, sabiendo que la muerte está cerca, en tratar de vivir bien para poder morir bien como él dice.
El guion está estructurado en seis capítulos, como si fuera una novela, cuando en realidad es un argumento totalmente original escrito por el propio director, Wayne Roberts, que se centra en exceso en la figura de Richard, sin profundizar en su persona, y desprecia al resto de los personajes a los que no le presta apenas atención en definirlos mejor y llevando la narración de manera bastante plana.
Es un director y guionista que hasta ahora tan sólo ha realizado dos títulos y ambos hablan de despedida debutando con 'Katie says goodbye' (2016), sobre una chica de 17 años que se prostituye para alcanzar su sueño, y ahora 'Richard dice adiós' (2018), sobre ese matrimonio que está a punto de romperse y los consiguientes problemas de los componentes del mismo, la una de corte sentimental, el otro de aspecto mortal.
En la interpretación encontramos a un Johnny Depp más maduro, dramático, centrado, aunque con algunas excentricidades, en un trabajo muy diferente al que nos tenía acostumbrados más dado a la salida de tono y a montar el numerito.
Le acompaña un sobrio y correcto Danny Huston en el papel de Peter, su mejor amigo, que le presta todo su apoyo en esos momentos tan difíciles.
Y en una labor más secundarias las mujeres, Rosemarie DeWitt como Verónica y Odessa Young como su hija Olivia.
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