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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine policiaco o cine negro extrae sus argumentos unas veces de la ficción, mientras que en otras lo hace de la realidad.
En el caso primero suelen ser más espectaculares y están hechos de cara a la galería, en tanto que los segundos al tratar de adaptarse lo más posible a la verdad, sacrifican a veces el dramatismo y apasionamiento que se compensa por su carácter de documento.
En esta ocasión se ha elegido la novela autobiográfica de Roger Borniche, un antiguo policía, famoso por tener en su haber más de quinientos arrestos, en la que ha transcrito sus memorias con la mayor fidelidad posible.
Es curioso ver cómo cambia un director cuando se encuentra ante una película que relata unos hechos reales tras estar acostumbrado a reflejar la truculencia de la ficción.
Para nosotros Jacques Deray siempre ha sido un buen artesano del cine francés, realizador generalmente de producciones policíacas llevadas a cabo con mucha acción, con gran dureza y mucho nervio en su realización y bastante ritmo, pero que al no tener la solidez en sus guiones o faltarle una mayor imaginación a la hora de la puesta en imágenes, nunca llegaba a cuajar una obra lograda del todo.
Aquí cambia esta vez el panorama.
Los hechos que se relatan ocurrieron realmente en el año 1947 cuyo caso terminó unos años más tarde.
El policía protagonista en la realidad, Roger Borniche, es el que figura en la ficha técnica como autor de la novela en la que se reflejan sus memorias en torno al caso de la caza y captura del peligroso criminal Emile Buisson, quien escapó de la prisión y se ocultó durante años del detective que le perseguía y matando a los informantes para que no lo delataran ya que había cometido más de cien robos y asesinado a unas treinta personas.
El film está llevado a cabo ajustándose lo más posible a la realidad, con sobriedad y sin apasionamiento, desdramatizando muchas veces los hechos en aras de la verdad y sacrificando incluso la espectacularidad a la que tan dado es el género policiaco.
Tiene pues un carácter casi documental, exponiendo la vida de este policía con gran realismo y las peripecias que tuvo que vivir, recreando bien la época y ajustándose al ritmo que impone el relato, aún a riesgo de caer en lagunas y baches de interés.
La cinta refleja con realismo la vida cotidiana de este policía de carne y hueso, con sus defectos y sus virtudes, sin llegar a ser un superhombre, como suele ser costumbre en el género.
Toca al final el humanismo del policía y del gángster y casi la amistad que surgió entre ellos sometidos a la comprensión de sus propios destinos, pero de pasada, sin profundizar en ello.
Película realizada correctamente, con un buen trabajo interpretativo del trío protagonista, Alain Delon, Jean-Louis Trintignan, entre los que se crea un auténtico duelo actoral, mostrándose ambos sobrios y muy ajustados a sus respectivos personajes, y Claudine Auger en el papel de Catherine.
El film interesa por todo lo que tiene de reconstrucción y convence por el toque y sello personal que se le ha dado dejando traslucir muchas de las virtudes que posee en todos sus aspectos.
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