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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película está basada en el relato grabado en cintas magnetofónicas por dos jóvenes adolescentes, que después se traspasó al papel para convertirse en forma de novela, que es un testimonio fiel y veraz del mundo de la prostitución juvenil y de la droga.
Una adolescente de 14 años, Christiane F. en la década de los años setenta, vive en un típico edificio de apartamentos con su madre y su hermana, en la ciudad de Berlín, que un día se vuelve adicta a la heroína.
Le fascina The Sound, una nueva discoteca con el equipamiento musical más moderno y como aún es menor de edad le pide a un amigo que le acompañe para poder entrar.
Allí conoce a Detlev, que pertenece a una pandilla en la que todos son drogadictos.
A partir de ese momento todo en su vida comienza a distorsionarse y a desaparecer lentamente mientras se hace amiga de ese pequeño grupo de drogadictos y se enamora de un prostituto que también está enganchado a las drogas.
Uli Edel, hombre experto en las tareas televisivas, ha querido con este material hacer una especie de documental reconstruido de todo este mundo sucio y bajo en el que se desenvuelven estos adolescentes que comienzan por ir a una discoteca y emulan a los amigos fumando yerba, tomando valium y acaban pinchándose para drogarse y dedicándose a la prostitución como forma más fácil para conseguir el dinero con el que poder comprar heroína o cualquier otro alucinógeno.
El film en este sentido es un testimonio de todo esto y trata de denunciar una situación social que, si bien aquí se enmarca en un frío Berlín, es un problema universal que se da en cualquier gran ciudad del mundo y que comienza a amenazar de forma realmente alarmante.
En este sentido recrea perfectamente el abuso de las drogas, los ambientes en los que se consumen y reincide una y otra vez en la forma en que obtienen estas sustancias, sin que en ningún momento quede constancia de la presencia policial y de la represión de los padres, ausentes a veces del problema hasta que ya no tiene remedio.
Si en algún momento hace defensa de estos auténticos "enfermos", en otras los condena con las crueles y frías imágenes que expone con todo realismo lo que sufren y padecen, con muchas escenas de pinchazos, vómitos y prostitución que suponen una espiral de violencia.
Tal vez Uli Edel ha sacrificado el equilibrio y la calidad artística en aras del documental y de la denuncia.
Bien la protagonista Natja Brunkhorst en el papel de Christiane y Thomas Haustein en el personaje de Detlev, el resto de los actores no habían actuado antes nunca en el cine siendo esta la primera vez que lo hacían.
Destacan los tonos poco cálidos de la fotografía de Hustus Pankau y Jürgen Jürges.
Golden Screen en los premios alemanes. Premio a la más popular en el Festival de Montreal.
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