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CRITICA
Por: PACO CASADO
Rompiendo los moldes clásicos del cine de terror, un director desconocido, que tan sólo había hecho un corto seis años antes, George A. Romero, realizó una película titulada 'La noche de los muertos vivientes' (1968), que dio paso a un nuevo estilo en este género que tanto gusta a los públicos juveniles actuales, al que se dio en llamar hiperterror.
Se trataba de una producción barata, hecha con un bajo presupuesto, realizada en blanco y negro, pero que hoy en día es citada en todas las enciclopedias o estudios fílmicos que se hacen sobre esta clase de cine.
Diez años más tarde, en coproducción llevada a cabo entre Estados Unidos e Italia, producida por el director italiano Dario Argento, autor que también es un habitual y un adicto al cine de terror, George A. Romero, nos trae de nuevo el regreso de sus terribles y monstruosas criaturas, los muertos vivientes, en una producción, ahora en color y con mayores ambiciones y mejor presupuesto.
Aunque el planteamiento argumental ya no nos sorprende, sin embargo este nuevo film tiene en cambio la ventaja de tener un hábil e interesante guion del propio George A. Romero, que centra su atención en el paisaje de consumo de la sociedad actual y de unos gigantescos almacenes de un hipermercado por cuyo aparcamiento desierto deambulan desolados estos zombis, o lo que es lo mismo, los muertos vivientes hambrientos de carne humana.
Tras una epidemia cada vez mayor de zombis que han resucitado de entre los muertos, dos miembros del equipo SWAT de Filadelfia, un reportero gráfico y su novia, ejecutiva de una cadena de televisión, buscan refugio en un apartado centro comercial.
Todo el país vive jornadas de terror ante la multitud de cadáveres que están volviendo a la vida.
Son canívales y matan para elimentarse; nadie acierta a explicarse la causa del fenómeno, por lo que parece imposible acabar con ellos.
De esta manera estos cuatro sobrevivientes se ocultan allí y logran establecer un oasis en medio de tanta muerte, disponiendo de todo, sintiendo la tentación del consumo fácil, del lujo a su alcance frente a la desolación existente en el mundo exterior.
Manteniendo el ritmo a base de pequeños saltos narrativos, con algunas concesiones al efectismo, George A. Romero nos ofrece la degradación de estos seres, hasta la irrupción de una banda de motoristas salteadores que son casi peores que los propios zombis.
En definitiva se trata de una cinta para espectadores que disfrutan con las producciones de este género terrorífico y aquellos que gustan de las novedades, que además de su aspecto comercial, contiene una reflexión sobre el hombre de hoy y nuestra moderna sociedad materialista mucho más aguda que muchas películas con pretensiones más sesudas y serias.
Premio Saturno de la Academia de ciencia ficción y terror USA. Premio Golden Screen, Germany.
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