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CRITICA
Por: PACO CASADO
El programa televisivo Saturday Night Live está siendo una cantera perniciosa de cómicos que se pasan al cine para hacer las peores comedias de los últimos tiempos, capaces de sonrojar al más pintado de los espectadores.
Mike Myers, Jim Carrey, Dana Carvey, Adam Sandler o Rob Schneider salieron de ese programa para arrojar basura a un estupendo género que siempre tuvo una gran tradición en el cine norteamericano con nombres de un gran prestigio.
chneider echa mano de nuevo de la fórmula y del mismo equipo que tanto éxito comercial, que no artístico, le dieron sus anteriores películas, Gigoló (1999) y Estoy hecho un animal (2001), esta vez para meterse en el cuerpo de una mezquina Jessica Spencer, la chica más sexy de la escuela secundaria, una espléndida y perfecta adolescente de 18 años, atractiva y popular, típica y tópica.
Un día visita un centro comercial con sus mejores amigas, Keecia y Lulu, para hacer unas comprar y pasar el rato, y por la magia de unos pendientes mesopotámicos, intercambia su cuerpo con Clive, un hombre mayor, un mugriento ladrón profesional de treinta y tanto años, por lo que debe encontrar la forma de volver a recuperar su cuerpo original.
Todo lo que viene a continuación es escatología pura, sal gorda, situaciones sin el menor atisbo de gracia, un completo insulto a la gente con inteligencia.
Está llevada a cabo por Tom Brady que debuta en la dirección con este largometraje, que no presenta novedades respecto a los anteriores films que trataron este mismo tema.
Comedia hecha a la medida de Rob Schneider ya que la produce, co-escribe e interpreta, dirigida por su amigo Tom Brady, que debe ser un sonrojo para la estúpida sociedad norteamericana, en la que ni uno solo de los personajes tiene dos dedos de frente, todos con un cerebro plano, y que tenemos que soportar en nuestras carteleras, cuando no merecería ni siquiera el honor de estrenarse.
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