|
CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1974 Michael Winner dirigía una película titulada Death wish que en España se le puso el nombre de El justiciero de la ciudad (1974), que pasó por las carteleras bastante desapercibida, a pesar de que en Norteamérica tuvo un gran éxito de taquilla.
Ahora, siete años más tarde, esta nueva entrega vuelve a repetir el éxito en su país con esta segunda parte que aquí se ha titulado como 'Yo soy la justicia' (1981).
Si en aquella ocasión al protagonista, el arquitecto Paul Kersey, le asesinaban a su esposa en Nueva York, aquí es a su hija y al ama de llaves esta vez en las oscuras calles Los Angeles a las que violan y matan media docena de jóvenes asesinos.
Allí se habían trasladado para hacer borrón y cuenta nueva, tratando de olvidar el pasado, pero pronto la violación y el asesinato vuelven a destruir a su familia.
Como en aquella vez, Paul Kersey, se verá de nuevo obligado a volver a hacer lo mismo, a tomarse la justicia por su mano y ejercer la ley del Talión, de forma implacable, con la ayuda de una pistola semiautomática, una Beretta 84, ante una policía que o bien no puede reprimir tanta violencia como hay en la calles debido a la delincuencia que circula por ellas, o la propia justicia se lo impide, como en el caso del flagrante delincuente que es liberado al considerársele un psicópata que debe ser internado en un hospital.
Lógicamente ni siquiera allí se librará de la venganza del justiciero, cuya propia policía llega a confesar que en su día hizo descender a la mitad la delincuencia y que los asesino no se atrevían a salir a la calle.
El film está realizado de una forma simple, sencilla, casi esquemática, con un preámbulo duro y fuerte en cuanto a las escenas de las violaciones en las que se carga un poco la mano, para después predisponer al espectador a favor, a pesar de los métodos empleados por el protagonista para defender a la sociedad y llevar a cabo su propia venganza haciendo la justicia por su cuenta.
La cinta posee una realización correcta por parte de Michael Winner, una clara exposición de los hechos con un guion con un lenguaje claro para que sea entendido por el gran público, con una subtrama amorosa que da un momento de respiro a la implacable violencia y con el gancho añadido del trabajo que lleva a cabo el duro de Charles Bronson, junto con otros actores que ya estaban en la primera como Robin Sherwood o Vincent Gardenia.
Tal vez ahí esté el éxito de esta película.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE