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CRITICA
Por: PACO CASADO
Akira Kurosawa es uno de los pocos directores clásicos del cine mundial que aún sigue con vida y en activo como lo demuestra esta producción, junto con otros como George Cukor y tras la muerte de Raoul Walsh.
Este realizador japonés tuvo no obstante problemas a la hora de poder filmar esta película que ahora nos ocupa, a pesar del éxito a nivel mundial que consiguió su cinta anterior, la estupenda Dersu Usala (1975), que realizó en coproducción con la cinematografía de la Unión Soviética.
Para conseguir este logro fue decisiva la intervención de dos directores norteamericanos como George Lucas y Francis Ford Coppola para que la productora Fox adelantara el dinero de los derechos de distribución en los cines de los Estados Unidos.
Ello permitió finalmente al veterano director japonés el poder rodar esta épica historia ambientada en los turbulentos tiempos en los que la nación japonesa estaba dominada por los señores feudales.
Un mezquino ladrón, con un total parecido a un samurái, señor de la guerra, es contratado para hacer de doble del señor.
Cuando el señor de la guerra muere más tarde, el ladrón se verá obligado a tomar las armas en su lugar.
Este film es una mezcla grandiosa de la faceta humana del héroe, que aquí mejor podríamos llamar anti-héroe, situado en el fresco histórico de un país en un momento determinado de su historia.
Es el caso de este ladrón, convertido en el doble del más importante señor de la guerra, que asume con toda su dignidad, personalidad y responsabilidad hasta llegar a suplantarlo a todos los niveles.
Esta historia nos la cuenta Akira Kurosawa con una gran mezcla de detalles que es una de las características habituales de su cine desde los ya lejanos tiempos de títulos como Rashomón (1950) o Los siete samuráis (1954).
Tal vez las dos secuencias iniciales resumen los tiempos de lentitud y acción que contiene esta película: la primera se trata de un plano fijo de más seis minutos aproximadamente y la segunda consiste en un extraordinario trávelling en el que la cámara sigue a un soldado que corre sorteando entre las tropas y las murallas hasta llegar finalmente a su destino.
Esta historia está presidida por la sencillez y la tranquilidad frente a la acción y la rapidez que se le imprime a las escenas bélicas, que son los dos extremos de este logrado film lleno de humanidad e intimidad, en el que se pueden destacar secuencias tan logradas como la del suplantador con su falso nieto, pero también hay que apuntar que tiene una cierta caída de ritmo debido a su larga duración en la parte central de la narración, con algunas escenas que resultan un tanto confusas como las de la batalla nocturna.
En definitiva 'Kagemusha. La sombra del guerrero' (1980) es la obra de un maestro llevada a cabo con un ritmo sereno y majestuoso como únicamente los clásicos como Akira Kurosawa saben lograr.
Palma de oro en el Festival de Cannes. Bafta a la dirección y vestuario. Premio Blue Ribons a la mejor cinta y a los actores Tatsuya Nakadai y Daisuke Ryû. César a la mejor película extranjera. David de Donatello al mejor film extranjero y mejor producción. Premio Hochi a la mejor cinta y actor Tsutomu Yamazaki. Nastro d'argento a Akira Kurosawa. Premio Kinema Junpo a Tsutomu Yamazaki. Cinco premio Mainichi. Premio NBR.
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