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CRITICA
Por: PACO CASADO
Últimamente nos están llegando a nuestras carteleras algunas producciones policíacas de los países del norte de Europa y a decir verdad suelen tener buenas maneras y sobre todo son diferentes en sus formas a las que estamos acostumbrados a ver del cine norteamericano e incluso de cinematografías como la francesa, italiana o la española.
Una buena muestra de ello es esta 'Shorta. El peso de la ley' (2020) dirigida por los daneses Anders Olholo y Frederik Louis Hviid, que debutan así en la realización de un largometraje.
En la Dinamarca actual, una sociedad multicultural, segregada y llena de tensiones raciales, Talib Ben Hassi, un joven de 19 años, inmigrante, entra en coma mientras está siendo interrogado por la policía, al parecer con métodos no muy ortodoxos y legales, al comienzo de esta historia.
El jefe de policía le encarga a Jens Hoyer, que suele ejercer como defensor de la ley con humanidad, que sea el compañero de patrulla para que controle al veterano Mike Andersen, un agente corrupto, con prejuicios raciales y religiosos, que suele ser conflictivo por los métodos que acostumbra a emplear a la hora de interrogar a los ciudadanos a los que a veces detiene y humilla con simplemente cruzarse en su camino o mirarle con malos ojos.
Entre tanto Asuntos internos está investigado lo que ha sucedido con Talib, ya que mientras los agentes de policía Hoyer y Andersen hacen una patrulla rutinaria por el gueto de inmigrantes árabes del conflictivo barrio (ficticio) de Svalegarden, se anuncia por la radio la muerte del joven a causa de las heridas sufridas durante el interrogatorio.
La noticia desata violentos disturbios en el vecindario, tirando piedras a los agentes e incendiando coches lo que se convierte en un auténtico infierno sin salida para los dos policías que llevan detenido, sin motivo, a Amos, un joven al que Andersen ha registrado de forma sádica y tirado al suelo todo lo que llevaba en su mochila.
Los agentes se despojan de los uniformes para pasar desapercibidos, pero se quedan atrapados en el barrio y se refugian en un edificio para huir de los violentos disturbios.
Mike se separa del grupo y es herido de un disparo en un brazo, se desmaya y es atendido por Abia, una enfermera que lo cura y lo recoge en su casa.
Los ecos del caso del asesinato por asfixia de George Floyd hace un año en Mineápolis, resuenan en este thriller danés que se desarrolla en un sólo día a gran ritmo en un suburbio de la ciudad danesa de Copenhague.
Shorta, que significa policía en árabe, tiene un guion bastante interesante, que define bien a los personajes de los dos policías con caracteres tan opuestos, en el que junto con la acción se tratan otros temas como los conflictos raciales, la xenofobia, la intimidación y humillación de los habitantes del gueto, la violencia policial y el consiguiente rechazo, posiblemente por los malos tratos a los ciudadanos y sus actuaciones a veces sin sentido, como se muestra aquí, aunque también hay otros agentes que son más razonables, caso de Jens Hoyer, que se pone de parte del detenido porque sabe que su compañero no lleva razón o su cargo de conciencia ante un acto involuntario que produce la muerte de un chico al que cree que va armado.
Es interesante la actuación del personaje de Abia, pero es un poco chocante que sea la madre de Amos, el joven detenido.
Premio Cineuropa a la dirección en el Festival de Les Arcs. Premio a la mejor dirección y Premio Fipresci en el Festival de Tesalónica. Premio al mejor sonido y a Özlem Saglanmak como mejor actriz de reparto.
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