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CRITICA
Por: PACO CASADO
Juzgar una producción como ésta es difícil desde el punto de vista puramente cinematográfico, ya que apenas encierra valores que la salven.
Pero hay que tener en cuenta que películas de este tipo se hacen únicamente con el propósito de divertir y esto lo consigue sobre todo para un tipo de espectadores que gustan de esta clase de historias que son cine de pura evasión y entretenimiento para pasar el rato.
Aquí se cuenta la vida matrimonial de la joven emperatriz mientras trata de adaptarse a la vida formal y estricta en palacio y enfrentada a una suegra dominante.
La historia se desvirtúa a capricho del guionista y director Ernest Marichka como por arte de magia.
Para su realización se debieron usar toda clase de edulcorantes, ya que el resultado es una cinta rosácea, dulzona y empalagosa.
Ver a la pobre Isabel de Austria y al fracasado Francisco José convertido por el arte del cine en una pareja de dulces amantes, con su peleillas por culpa de la suegra y sus reconciliaciones enternecedoras, no deja de ser admirable, y podría pasar si estuviéramos en la narración de un cuento en vez de un film basado en una realidad histórica.
'Sissi emperatriz' (1956) es muy inferior a la anterior Sissi (1955) que se estrenó la pasada temporada sobre el mismo tema y con los mismos personajes y actores.
Esta está hecha con cierto gusto, riqueza de colorido costumbrista y fastuosidad aterciopelada, pero todo en ella es tan suave, tan de novelita rosa que llega a empalagar y a hacerse pesadita en algunos momentos.
La dirección de Ernest Marischka es vulgar, se ha limitado a vestir a unos personajes y hacerlos bailar al ritmo del vals y no tienen otra misión que poner caritas agradables, con la sonrisa siempre en los labios y tratar de salir adelante.
La fotografía de Bruno Mondi tiene una gran belleza, ya que los paisajes que retrata son de un notable encanto visual.
La música de Monter Profes es la requerida para estos temas.
En la interpretación están todos en plan de agradar.
Poco o nada se puede salvar de esta colección de estampitas, diálogos falsos, nieve de postal, trajes escotados, salones y cortinajes, puesto que todo carece de autenticidad y especialmente de un mínimo de rigor histórico y estético.
La falsedad de esta película va desde sus situaciones hasta su tesis, con un concepto de la realeza pueril y falso ya que tergiversa unos hechos históricos tal como sucedieron.
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