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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine europeo y más concretamente la cinematografía italiana, se dedica desde hace ya varios años a copiar el género del western de las películas norteamericanas perteneciente al clásico género del Oeste.
De esta imitación ha surgido una serie de productos bastardos, un remedo complicado y pretencioso del modelo original, que ha tenido, curiosamente, un considerable impacto en los públicos de todas las salas del mundo.
En esta ocasión se cuenta la historia de un hombre inocente que al creerlo culpable del robo de una partida de ganado y autor de un asesinato lo ahorcan y lo dejan por muerto, pero afortunadamente ha podido sobrevivir a su linchamiento.
Cuando regresa lo hace como un agente de la ley, el Marshall Jed Cooper, que está dispuesto a llevar ante la justicia a los que cometieron ese error con él, que estaban al servicio de gente muy importante de la ciudad.
Ha llegado un momento en el que los espectadores ven ya como algo normal contemplar un film del Oeste hecho en Italia, en España, en Francia o en Alemania, como si estuviera rodado en Norteamérica.
Por todo ello no debe asombrarnos que 'Cometieron dos errores' (1968), que es una producción norteamericana, sea una imitación de los westerns italianos, a causa de la presencia del máximo actor del género europeo, el héroe de las cintas de Sergio Leone, que no es otro que el popular Clint Eastwood.
Y en su respaldo figura un extenso y excelente reparto de actores secundarios de primera categoría como se puede apreciar citados en la ficha técnica.
Curiosamente, pues, los imitados imitan ahora a los imitadores y así nos encontramos con todas las constantes europeas de esta clase de películas: violencia, sadismo, mucha acción, complicaciones argumentales e intelectualización muchas veces gratuita.
El guion, escrito por Leonar Freeman y Mel Golberg, es bastante rebuscado tanto en lo que se refiere a la descripción de los diversos tipos de los personajes, como en el desarrollo argumental de la trama y por supuesto la realización de puesta en imagen que lleva a cabo Ted Post procura seguir al pie de la letra los modelos europeos, utilizando con frecuencia el zoom, el montaje rápido y los encuadres extraños que no suelen ser habituales en el género.
El resultado es un producto híbrido, frío y sin alma, construido de manera muy mecánica y por supuesto falto, por tanto, de un verdadero aliento creador.
Posee una buena fotografía en color que comparten en este trabajo Richard Kline y Lennie South.
Igualmente incluye en su banda sonora una adecuada música un tanto épica compuesta en este caso por Dominic Frontiere.
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