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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine español no esta en los años 60 en condiciones de lanzar a una estrella como Marisol.
Esta es la conclusión que se saca de la película 'Marisol rumbo a Río' (1963).
Y decimos a una estrella porque Marisol contaba con una buena serie de posibilidades.
Ella lo intentó y como figura infantil logró el fervor popular que continuó durante su juventud y triunfó en la madurez, sabiendo retirarse a tiempo.
En este film, tan absolutamente falto de gracia, tan rígido y tan estirado, cuando el tema es abierto y claro, como el ritmo de la samba y la bossa nova, que parece cosa académica, en el mal sentido de la palabra.
En el guion se hacen algunas concesiones juveniles, pero no son suficientes y resultan desmañadas.
Del escritor y dramaturgo Alfonso Paso se encuentran algunos chistes que no van precisamente dirigidos a un público infantil o juvenil, pero nada más.
La anécdota no puede ser más simple. Río de Janeiro años 60.
Marisol llega a la ciudad como polizón para conocer a su hermana gemela llamada Mariluz.
Tras vender los muebles de su casa para poder comprar los billetes, Marisol y su madre se trasladan a Brasil anhelando un reencuentro que resulta triste al comprobar que Mariluz es una chica cursi y engreída.
Típico producto cortado y orquestado a la medida de una Marisol adolescente, ya a punto de cambiar de registro.
La trama es debida al gran éxito alcanzado recientemente por la gemelas Pili y Mili en su primera cinta 'Como dos gotas de agua' (1963), por lo que los productores decidieron imitar la fórmula.
Es la cuarta película de la filmografía de Marisol y la primera que lleva su nombre en el título.
Resulta desolador el recuerdo argumental que sigue, totalmente de principio a fin, la idea argumental de 'Tú a Boston y yo a California' (1961).
Incluso hay una canción copiada literalmente del estilo de la protagonista del film americano, Hayley Mills.
La música es flojísima, a pesar de transcurrir gran parte de la historia en territorio brasileño, en cuya banda sonora se incluyen cinco canciones de Augusto Algueró de las cuales ninguna se ha hecho popular y también hay un número de baile que tiene muy poco atractivo.
Dirigir cintas infantiles no quiere decir que se permita realizarlas con faltas de ortografía, de sintaxis, de lógica y de buen gusto.
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