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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Niágara' (1953) fue la primera película que Marilyn Monroe hizo como protagonista y es famosa más por ello que por su calidad, ya que aunque sea de las más conocidas del director Henry Hathaway no figura entre las mejores de su larga filmografía.
El argumento tiene ribetes del mejor cine negro: unos recién casados, Ray y Polly Cutler, en viaje de luna de miel, alquilan una casa en un complejo turístico muy cercano a las famosas cataratas de Niágara, donde conocen a Rose Loomis, una extraña y bella mujer, cuyo marido, George, está obsesionado por las infidelidades que supuestamente comete su esposa, lo que causa un enrarecido ambiente en el lugar.
Las tensiones entre esa mujer y su marido llegan al nivel del asesinato.
Marilyn canta el tema Kiss, compuesto por Lionel Newman y Haven Gillespie, para desesperación de su desasosegado esposo.
A partir de ahí la tensión va creciendo hasta desembocar en un final que está muy bien logrado.
La acción se desarrolla junto a las famosas cataratas del mismo nombre, donde esa recién casada coquetea con un amante ocasional que provoca los celos de su marido al que ella está planeando asesinar en compañía de un cómplice.
Pocos films son tan representativos como 'Niágara' (1953), un discreto melodrama con una explosiva Marilyn Monroe, que a partir de aquí cambió el curso de su carrera.
El mito Marilyn Monroe estalló con todas sus fuerzas en este turbio thriller que la consagró a escala de todo el mundo.
Ella aparece vestida con un ceñido vestido rojo caminando con unos altos tacones lo que producía un gran contoneo de caderas.
Imágenes que se hicieron imborrables del mayor sex simbol de la historia del cine, con dos obras maestras de la naturaleza, las cataratas y Marilyn.
Al contrario que otras estrellas prefabricadas en los estudios, fue el público el que le otorgó la categoría de actriz a Marilyn al demostrar toda su capacidad de seducción en esta intriga de carácter criminal.
La revista Positiv dijo en su momento: "Con Niágara (1953), al menos en Francia, sonó la hora de la mayor gloria de Marilyn Monroe. Las leyes del monroeismo se afirmaron: desnudez nocturna, desencadenamiento de la naturaleza y finalmente, pegado a la piel, el rojo. Henry Hathaway consiguió uno de los travellings más hermosos de la historia del cine, siguiendo en una larga correría, a su heroína, de espaldas, encuadrada de la cintura a las rodillas. Este nuevo y poco ortodoxo empleo del plano americano tenía la virtud de hacer amar el rojo a los más reaccionarios".
Cahiers du Cinema dedicó también una portada a la Marilyn Monroe de Niágara (1953).
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