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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más la falta de imaginación para crear nuevos argumentos se vuelve a suplir con la adaptación de comics o de series de televisión. La que toca en esta ocasión es 'Yo soy espía', que en los años sesenta protagonizaban Robert Culp y Bill Cosby, sobre la que se han hecho algunos cambios y arreglos en los personajes que entonces era un tenista y su entrenador y ahora es un campeón de boxeo de los pesos medios, Kelly Robinson, que es llamado por el mismísimo Presidente, para que ayude al agente secreto Alex Scott, en una peligrosa misión: recuperar el avión más sofisticado y de mayor tecnología de los EE.UU. que ha sido robado por Arnold Gundars, un poderoso traficante de armas, y va a ser subastado en Budapest aprovechando un campeonato de boxeo.
Una vez más se hace una parodia del género de espionaje al estilo de las películas de James Bond y a cargo de una pareja, uno rubio y otro negro, de caracteres muy diferentes, que no se soportan, pero que se necesitan y terminarán haciéndose amigos. Pero antes tendrán que hacer una carrera contra reloj para evitar que el contrabandista consiga su objetivo. Una atractiva agente les ayudará a cumplir la misión.
Acción y comedia se dan la mano en este film, con abundantes efectos especiales que son el telón de fondo para que Eddie Murphy ponga en juego su imparable palabrería y su atractivo para las damas, en un personaje bocaza y mujeriego, en contraste con el apocado agente al que enseñará a tratar a las mujeres a cambio de que él le ponga al corriente de todos los trucos que emplea un agente secreto.
El guión, sin pies ni cabeza, tiene el único propósito de ser una excusa para la pareja y dar curso a la comicidad. Ha sido escrito por los autores de 'Los Ángeles de Charlie 2' y 'Dos policías rebeldes 2', y abunda en detalles picantes e irónicos pero superficiales.
La rutinaria dirección es de Betty Thomas, autora de 'La tribu de los Brady', 'Partes privadas' y 'Doctor Dolittle', cinta esta última en la que dirigió a Eddie Murphy.
Una mediocre película que se queda muy a mitad de camino. Pero siempre nos queda Budapest....
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