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CRITICA
Por: PACO CASADO
Seguimos con las inevitables segundas partes de un éxito anterior, lo que continúa denotando una falta de imaginación creadora de nuevos argumentos en los últimos años en el cine norteamericano actual.
En esta ocasión estamos ante una segunda película sobre el éxito de taquilla de 'Águila de acero' (1985), que estaba dirigida también por el propio Sidney J. Fury, que si bien nunca fue un director excesivamente brillante, sí hay que reconocer que tuvo algunos aciertos, que solía estudiar los encuadres y tratar de hacer cosas que fueran novedosas, pero mucho menos lo puede ser con un tema que está bastante trillado y casi diríamos que agotado.
La historia se basa en el personaje de Chappy que interpretaba y lo sigue haciendo Louis Gosset jr., que incorpora a un militar bastante enérgico e inflexible, que corría una emocionante aventura en una misión sin permiso en la primera entrega, en compañía del hijo adolescente de un compañero de armas, que pilotó un avión antes de tiempo, en una arriesgada misión para recatar a su propio padre prisionero del enemigo y condenado a muerte.
Aquí es llamado de nuevo para una misión imposible, como es volar un arsenal de armamento nuclear instalado por un país árabe en la garganta de Gadior.
Esta vez la tiene que llevar a cabo en compañía de la Unión Soviética para exterminar una base nuclear en una nación enemiga, que ha instalado una serie de misiles dispuestos a ser lanzados en cualquier momento con los que planea tomar al mundo como rehén.
Pero alguien quiere que esa misión no se lleve a cabo.
Le acompaña una pandilla de inútiles auxiliados por otra similar, pero del ejército soviético, lo que origina constantes rencillas y peleas entre los miembros que deben realizar el cumplimiento del deber.
El descubrimiento de un complot de sabotajes que le hacen desde dentro les sublevará, para de esta manera superarse en conseguir el objetivo.
El argumento con poco que decir, no es muy imaginativo, y se pasa todo el tiempo entre los entrenamientos y las disputas que se originan entre los dos grupos, el soviético y el americano con la consiguiente rivalidad entre ambos.
Constantemente se repiten las situaciones, tanto de las rencillas entre los componentes de los dos grupos, como de las simulaciones y combates aéreos, con lo que el film se hace monótono y llega a cansar y aburrir al espectador.
Ello se ve aumentado por la monotonía con que es puesta en imágenes por la realización de Sidney J. Fury en este caso.
Fue nominada a tres premios Genie.
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