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RITICA
Por: PACO CASADO
Es la cuarta película de Carl Franklin, un director de color, avezado en el género de intriga que en esta ocasión se basa en el best seller de Joseph Finder, combinación de thriller y melodrama judicial que, aunque ha sido modificado en personajes y situaciones, de alguna forma condiciona su desarrollo que desemboca en ese doble final al estilo de Testigo de cargo (1957), aunque a decir verdad Finder no es Agatha Christie, ni Franklin es Billy Wilder.
Claire, una dinámica abogada, y su marido, un contratista de éxito con su propio negocio, viven en la idílica Marin County.
Está locamente enamorados y piensan seriamente en ampliar la familia.
Pero un delito casual en su casa provoca una sucesión de acontecimientos que rompe en pedazos su mundo.
Es la defensa de una esposa, abogada, que cree en la inocencia de su marido del que desconocía su pasado militar, que es acusado de un crimen que dice no haber cometido.
Ayudada por un novato teniente, defensor de oficio, y un resabiado abogado ex-alcohólico, de pasado militar que desea ir contra los que le degradaron, ponen entre todos con sus pesquisas para demostrar la inocencia y descubrir la corrupción de algunos altos mandos del ejército, los momentos de emoción de esta trama, si se quiere un tanto convencional y mil veces vista, pero llevada a buen ritmo y con una inteligente puesta en escena, en una narración habilidosa y elegante, aunque un poco tramposa.
El realizador Carl Franklin es el responsable de este thriller dramático construido a raíz de la novela homónima de Joseph Finder, autor que está considerado como un experto en temas relacionados con la CIA y con la política internacional y sus obras han sido elogiadas por su mezcla de incesante suspense e intriga política.
Con los elementos de calidad que suele poner a disposición el cine americano, como la estupenda música de Graeme Revell, la luminosa fotografía de Theo Van de Sande o la excelente interpretación de Morgan Freeman bien seguida por Ashley Judd, una actriz de sensibles registros, es difícil fallar y no hacer, al menos, un film aceptable y entretenido como resulta ser este de Carl Franklin.
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