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CRITICA
Por: PACO CASADO
Arrugamos el entrecejo y torcimos el gesto cuando tuvimos la primera noticia del rodaje de 'La vida alrededor' (1959).
'La vida por delante' (1958) era una gran película, una de las pocas de verdadera calidad hechas en nuestra cinematografía.
No presentaba una posible continuación.
Aunque no lo pareciera se trataba de un drama completo, cerrado, circular, continuarlo era algo así como claudicar y en efecto así nos parece que ha ocurrido con 'La vida alrededor' (1959).
En ella se nos cuenta otro episodio de la vida de Antonio Redondo, casado con Josefina Castro, que ha alcanzado un delicado desequilibrio económico tras su matrimonio.
Debido a ello practica además de la profesión de abogado, las más variadas ocupaciones: fotógrafo callejero, chupatintas de oficina, maniquí publicitario y cualquier oficio que le salga al paso, ya que trabaja en todo lo que le surge para poder sacar adelante a su familia aunque sea malamente.
Ahora al matrimonio les ha nacido un hijo y Josefina se ve en la obligación de enseñar a leer y escribir a ciertas damas acomodadas del barrio para poder ayudar.
Lo más importante de La vida por delante (1958) era que esa vida existía y así se plasmaba en el film.
Todo lo que se contaba estaba preñado de autenticidad, chorreaba sinceridad por todos los fotogramas.
Aquella era una familia netamente española viviendo un problema personal y social muy actual de nuestro país.
'La vida alrededor' (1959) (¿Alrededor de qué...?) no tiene vida ninguna, todo es inventado, con una serie de camelos facilones que busca en todo momento la astracanada fácil, salvo algún que otro detallito... nada y además tiene un humorismo vacío, sin la menor intención, lo que ya no es humor.
Si por algo se puede salvar 'La vida alrededor' (1959) es por la dirección que hace Fernando Fernán Gómez a la hora de ponerla en imágenes.
En ello sí que podemos decir que está de enhorabuena, ya que hay todo un director en Fernando Fernán Gómez, por lo menos en esto no ha claudicado y su técnica de dirección es moderna y casi madura, que está bien lejos de los titubeos de un director novel.
Hay momentos en la cinta que son perfectos, que se podían comparar con los de cualquier cinta extranjera.
Y, como en fin de cuentas, lo que nos interesa es el cine, ese arte cinematográfico que tanta veces vemos mencionado, pero del que tan escasas muestras podemos ver a lo largo de la temporada, se le puede perdonar, por esta vez, esperando que pronto su talento de director de cine cómico, que es todavía más difícil de encontrar, lo ponga de nuevo al servicio de temas que contengan más autenticidad que en esta ocasión y que sean sinceros, con una buena caligrafía como ha demostrado que sabe hacer ya que es todo un artista.
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