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CRITICA
Por: PACO CASADO
Eran los tiempos en que estaba de moda el western hecho en Europa o para ser más exactos, en Italia y en España, principalmente.
La época y el escenario eran propicios y así surgieron dos actores, italianos, con seudónimos en inglés, que era la moda del momento, Terence Hill y Bud Spencer, y le dieron la vuelta a la violencia que existía en el género cambiándola por la comicidad, y de esta forma hicieron Le llamaban Trinidad (1970).
Por novedosa, por simpática, por la originalidad que ofrecía, la película tuvo éxito y así se produjo una continuación con Le seguían llamando Trinidad (1971).
Por ello los actores, también continuaron unidos haciendo varios títulos más, formando una pareja cómica que se hizo muy popular y obtuvo grandes éxitos comerciales.
Daba igual el escenario, siempre que los gags se repitieran de una u otra manera.
Hasta llegaron a hacer de policías norteamericanos. Permanecieron unidos desde 1970 a 1984 en que cada uno emprendió un camino distinto.
Y ahora, al cabo de diez años, se unen de nuevo para volver a utilizar aquella misma fórmula que tan buenos resultados les dio en su día.
Aquí son dos hermanos, Travis y Moses, uno delgado, listo y rápido con el revolver, el otro gordo, fuerte y terco como un toro, cazador de recompensas, cuyas relaciones entre ellos han sido más bien gélidas, ya que nunca han hecho muy buenas migas y llevan bastante tiempo sin saber el uno del otro.
Por suerte o por desgracia, el destino les brinda una oportunidad para congraciarse cuando son llamados por su madre, a la que hace tiempo que no ven, que los invita para reunirse con toda la familia a pasar juntos la Nochebuena.
Las triquiñuelas que se tendrá que ingeniar Travis, el más flaco de los hermanos, para llevar a cabo el plan de la madre, constituyen el argumento principal de esta ingenua y tópica película, en la que se ponen de nuevo en marcha los mismos resortes de hace un cuarto de siglo y que, en definitiva, no eran más que una copia de los efectivos gags del cine mudo, pero que tal vez hoy día ya no llaman la atención, ni tienen la efectividad y la gracia de entonces.
Tortas, mamporros, peleas multitudinarias, comer judías, que aquí más que eso se las beben, literalmente, son algunos de los logros cómicos de este film, para el que ya ni se molestan en buscar a quien les dirigió por primera vez, E. B. Clucher, sino que el propio Terence Hill firma así su tercera realización de un largometraje y primero de los interpretados por ambos que es dirigido por uno de ellos.
Total para hacer lo mismo de siempre ya se lo saben de memoria, no es necesario que nadie los dirija
Una nueva ocasión para ver al histórico dúo formado por Terence Hill y Bud Spencer conocidos por sus cómicas cintas de acción.
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