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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se desarrolla en Inglaterra en el año 1937 en el que Charles Condomine, un autor de novelas policíacas, está escribiendo un guion para una película que le ha encargado su suegro que trabaja en los estudio Pinewood, pero no se le está cumpliendo aquello que decía Picasso: "que las musas te pillen trabajando", ya que éstas, por lo visto, no acuden en su ayuda en esos momentos en que le falta la imaginación y está desesperado.
Un día acude con Ruth, su esposa, a una espectáculo en el que actúa una medium, Madame Cecily Arcati, y al terminar la función, tras un desagradable incidente, le pide que le haga una sesión de espiritismo en su espléndida casa en Londres para él, su esposa y sus amigos los Bradman.
La sesión aparentemente ha sido infructuosa, pero poco después se le aparece Elvira, su esposa, que falleció hace siete años, que era su musa e inspiración y se establece una especie de triángulo amoroso con sus dos mujeres.
Pero los celos le entran a Elvira al ver que se ha casado de nuevo y tratará de hacerle imposible su existencia.
Ahí empiezan los líos y las situaciones más cómicas de esta comedia ya que él ve a Elvira, pero su esposa y los demás no, y piensa que se está volviendo loco.
Es una nueva versión de la obra teatral que Noël Coward escribió en 1941 de la que ya existía una estupenda versión fílmica de 1945, dirigida por David Lean, en uno de sus primeros trabajos para el cine como realizador, film que confesamos haber visto hace ya muchos años y que no tenemos muy fresco en la memoria, por lo que no podemos compararlas, aunque si recordamos la buena interpretación que hacían Rex Harrison y Constante Cummings como la pareja de los Condomine, que ganó el Oscar a los mejores efectos especiales.
Esta nueva versión no es comparable con aquella, aunque dada la base de guion que tiene con la obra de Coward hace que sea una comedia divertida, en la que tampoco la pareja de actores protagonistas se pueda enfrentar con la de la anterior, antes mencionada, pero sacan adelante discretamente sus respectivos papeles, junto con la indestructible Judi Dench en el personaje de Madame Arcati que tiene también su gracia, e igualmente Leslie Mann como Elvira.
El director de televisión Edward Hall, que debuta en su primer largometraje para el cine, ha sido el designado para poner en escena, nunca mejor dicho, este texto teatral, al que tampoco le asistieron las musas para hacer su académico trabajo con este enredo humorístico en el que sigue oliendo a tablas.
Hubiera sido mejor haber dejado la obra de Coward en un cajón y no ponerla a luchar con la versión anterior de la que, sin duda, sale perdiendo.
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