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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el género del cine de terror es frecuente encontrar la producción que se basa en la brujería o que tiene por protagonista, aunque sea de manera invisible, al diablo.
Por otra parte se suele dar con cierta frecuencia también la típica historia de la mansión embrujada sobre la que recae la leyenda de alguna maldición por haber sucedido unos acontecimientos de corte sangriento de personas que mueren violentamente abiertos en canal o decapitados.
Pues bien, ambos temas confluyen o se dan cita en esta película en la que dos muchachos gastan una broma a unos enamorados y quedan encerrados en una casa pereciendo dentro de ella debido a unas causas extrañas.
Más adelante tendremos ocasión de conocer que pesa una maldición sobre la casa y el lago cercano a ella desde el año 1692.
Pasado algún tiempo una familia va a habitar la mansión y vuelven a suceder nuevos fenómenos extraños, que son investigados por la policía con la colaboración de un sacerdote.
En un salto atrás en el argumento, conocemos la historia de la maldición, en la que una bruja fue ejecutada sepultada en el lago muriendo de esa forma y jurando vengarse de sus perseguidores.
La bruja regresa en la actualidad para castigar en su lugar a sus descendientes.
Todos estos elementos se van mezclando a lo largo de la trama dando motivo a abundantes muertes de forma extraña y por supuesto de la manera más violenta posible.
Narrada con cierto confusionismo por parte de James W. Roberson y excesiva truculenacia por este director que viene de ser cámara de más de medio centenar de títulos de cine y series de televisión, que debutó en la realización de un largometraje con 'La leyenda de Alfred Packer' (1980) y que hace con 'Superstitión' (1982) el segundo de su aún corta filmografía.
El film cuenta con una oscura fotografía de Lee Maden.
Por parte del guion, basado en la novela 'The witch' (La bruja), de Michael O. Sajbel, los personajes están mal delineados y con un doble final para producir una última sorpresa o sobresalto en el espectador.
En el apartado de la interpretación, los actores resultan ser muy mediocres, además de estar mal dirigidos, por lo que no logran sacar de la vulgaridad a este producto del género de terror que nos ofrece esta vez la cinematografía canadiense.
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