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CRITICA
Por: PACO CASADO
David Galán Galindo es un director de cine fracasado, que toda la vida ha soñado con triunfar y para él eso supone el poder ganar un premio Goya.
Un día en el que está viendo la ceremonia de entrega de esos galardones en la televisión, ve cómo Antonio Banderas dice que ese año, tan sólo se ha hecho una producción de dibujos animados y como no hay más competidoras, automáticamente se le otorga el Goya a la mejor película de animación... porque no hay otra.
Eso fue lo que ocurrió en 2021 con La gallina Turuleca, de Eduardo Gondell y Víctor Monigote, tal vez de ahí partió la idea.
En ese momento a Galindo se le enciende la bombilla de que eso es lo que tiene que hacer para ganar un Goya.
Para ello reúne a sus viejos amigos, Pablo Vara, que trabaja en una funeraria, que es un buen dibujante, que en principio lo rechaza y va en busca de Esaú Dharma, un pedante artista con muchas ínfulas, que cree que es un incomprendido, para convencerlo y así lograr poder cumplir su absurdo sueño de conseguir un Goya automático.
Reunidos finalmente los tres se ponen a buscar un personaje protagonista para esos dibujos y proponen Vatman, con uve, para no pagar derechos, Botines el gato, Pusi Pose un personaje con un enorme pene, etc.
El Sindicato de animadores impone unas reglas y es que una cinta de animación tiene que tener al menos un 75% animado y el resto puede ser de imagen real.
Finalmente acaban haciendo un film y estar nominado pero les sale una competidora dirigida por Paula Prada con lo cual ahí está el suspense de saber quién ganará el Goya a la mejor película de animación del año.
Pensamos que este film no es más que una gamberrada, que parte de una idea ingeniosa, que se adapta de forma rigurosa a las normas para ser considerada una cinta de animación y así lo hacen incluyendo sus discusiones y el Himno de la alegría de relleno para completar el minutaje.
Ya pasándonos a la realidad tampoco les ha salido bien el juego, en principio, ya que este año además de estar nominada hay otros tres títulos más: Mironins, Salvar el árbol y Valentina, con lo cual el suspense se va a dar sin duda también de verdad a la hora de proclamar la mejor película de animación del año.
Está realizada la mayor parte de la misma en blanco y negro, con algunas imágenes en color, entre otras la secuencia de la discusión de los tres directores.
En la banda sonora se incluyen también varias canciones cuyas letras hacen referencias al tema tratado.
La animación es más que elemental, diríamos que casi sin ningún mérito.
Al final, si no gana el Goya, siempre podrán decir como la frase que uno de ellos pronuncia atribuida a Stanley Kubrick: "Lo importante no son los premios, sino los amigos que haces por el camino".
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