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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía húngara es apenas conocida en nuestro país, ya que pocas películas nos llegan de esa nacionalidad.
En otros tiempos veíamos obras de Márta Meszarós, Zoltan Fabri, Lajos Koltai, Itsvan Szabó o Miklos Jancsó, pero últimamente apenas podemos ver producciones húngaras.
En este caso tenemos la oportunidad de 'La historia de mi mujer' (2021), aunque esta vez está realizada en coproducción múltiple con Alemania, Francia e Italia y llevada a cabo por una mujer Ildikó Enyedi.
Nos cuenta la historia de Jakob Störr, un honesto capitán de barco mercante, que tras volver de un viaje, se apuesta con su amigo Kodor que se casará con la primera mujer que entre por la puerta del bar en donde ellos se encuentran.
El amigo se va y poco después aparece Lizzy, una misteriosa y sensual mujer, a la que le pide se case con él y ella acepta, ya que hay una atracción mutua entre ambos, consiguiendo su objetivo de tener una esposa.
En los primeros tiempos todo marcha bien y poco después comanda un barco de pasajeros en el que se produce un incendio logrando salvar la situación.
Acude a una naviera esta vez no para pilotar ningún barco sino para pedir trabajo en tierra ya que está falto de ingresos.
En algún momento sospecha de la fidelidad de su mujer ante sus largas ausencia en el mar y le pone un detective cuando él tiene un affair amoroso con Grete una chica más joven que su esposa, lo que desata todo un cúmulo de obsesiones y desengaños en esta pasional historia sobre los daños de los celos y la soledad en la pareja.
El guion escrito por la propia directora, la veterana Ildikó Enyedi, está basado en la novela del autor húngaro Milán Füst, La historia de mi esposa: reminiscencias del capitán Störr un ambicioso melodrama de época situado en los años veinte del pasado siglo entre París y Hamburgo que resulta apenas innovador con unas escenas que duran demasiado y diálogos literarios poco creíbles, así como el inicio.
La ascendencia literaria hace que esté contada en siete capítulos.
Desconocemos cuantas páginas tiene el libro pero el relato se hace demasiado largo para no suceder tantas cosas, simplemente es que se entretiene demasiado en escenas que no son importantes y muy posiblemente se podían haber suprimido sin que por ello sufriera para nada la narración, lo que hace además que por parte de la dirección el ritmo se haga lento y llevada a cabo con un academicismo vacío.
Aunque carezca de una línea argumental sólida este drama de época, en el que parece que nunca avanza, tiene no obstante una estupenda ambientación de los años en los que sucede la historia, con una fotografía de tonos cálidos, así como un correcto trabajo actoral, tanto de la francesa Léa Seydoux como por el actor holandés Gijs Naber muy sobrio en su cometido.
Da la sensación de que se hubiera rodado con la idea de hacer una miniserie y finalmente se decidiera pasarla en cine y se le hubieran cortado ciertos pasajes ya que deja algunos hechos colgados, sin saberse como terminaron, por poner ejemplo el asunto amoroso con Grete con la que promete casarse tras divorciarse de Lizzy.
Mejor dirección en el Festival Otranto.
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