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CRITICA
Por: PACO CASADO
La fama de la pareja compuesta por Terence Hill y Bud Spencer viene de antiguo, cuando ya hace algunos años protagonizaron aquella insólita producción que se tituló Le llamaban Trinidad (1971), en la que se hacía una buena parodia de las películas del Oeste americano, pero en este caso rodadas en Europa, precisamente de la mano E. B. Clucher, que fue el director.
Después los caminos de ambos se torcieron y en determinadas ocasiones intervinieron cada uno por separado, aunque el que más veces lo ha hecho en films cómicos incorporando al personaje de Zapatones, ha sido Bud Spencer.
No obstante de vez en cuando se vuelven a reunir, como ocurre en esta nueva cinta, y parece que es cuando mejor funcionan sus películas desde el punto de vista comercial de la taquilla.
La última vez que lo hicieron fue en Quien tiene un amigo tiene un tesoro (1981) y en ésta también estaba ambientada en una ciudad de Norteamérica, lugar donde parece que ha asentado sus reales últimamente el cine italiano.
Rosco Frazer es un simpático viajero que vagabundea por las autopistas haciendo auto stop y que casi es atropellado por un camión.
Para vengarse de los conductores de estos grandes vehículos, hace amistad con Doug O'Riordan, un gordo gigante barbudo, que acaba de salir de la cárcel, que le ayudará a ello y de paso podrá divertirse un rato.
En esta ocasión se trata de esos dos individuos que se conocen en una pelea de taberna y el azar los une y por un malentendido se convierten en agentes secretos de la CIA, que llevan a cabo un plan para destruir a una poderosa banda mafiosa, lo que los involucra en una peligrosa misión sin pretenderlo.
De camino en la película, y con Miami al fondo como escenario de esta aventura, se hace una parodia de los films del agente James Bond, con un coche con una serie de artilugio y superjefe secreto al estilo de Spectra, con la mano llena de anillos y acariciando un perro, en lugar de un gato, de las cintas del famoso agente 007 con licencia para matar.
Comes ya habitual en las películas de la famosa pareja cómica, no faltan las escenas para los abundantes puñetazos, pelas masivas y cuanto pueda mover a la risa y la hilaridad de los espectadores.
Es una lástima que el film adolezca del deseado ritmo que necesita este género y en su lugar abundan los baches y las situaciones que se repiten machaconamente, con una dirección de E. B. Clucher más funcional que inteligente.
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