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CRITICA
Por: PACO CASADO
En Vuelta a casa de mi madre (2016) Éric Lavaine planteaba el conflicto de los hijos que tras quedarse sin trabajo o separarse de sus parejas volvían al hogar materno, caso de Stéphanie al quebrar la empresa, al de Jacqueline, su madre.
Cinco años después llega ahora la secuela con 'Vuelta a casa de mi hija' (2021) en la que se intercambian los papeles y en esta ocasión es la madre, Jacqueline Mazerin, la que aparece en casa de su hija Carole, ya que Stephanie trabaja en estos momentos en Brasil y su hermano Nicolás está divorciado y tiene dos hijas.
Mientras, Jacqueline que tiene pareja, y está en medio de unas grandes reformas que está llevando a cabo para remodelar su apartamento, y tras romper con él, se queda encantada con la obligación de pasar unos días en casa de su hija mayor, Carole y Alain su yerno, que están durante esos días haciendo una terapia de pareja.
Esos pocos días se convierten en unos pocos meses y Jacqueline se siente rápidamente como si estuviera en su propia casa, permitiéndose preparar cenas, acaparar el mando de la moderna televisión que no acaba de entender su manejo, reorganizar los cacharros de la cocina... y nadie sabe cuanto tiempo durará ese inesperado regreso.
Esa situación servirá como detonante de escenas disparatadas para la pareja de anfitriones en crisis sentimental.
En este caso Éric Lavaine vuelve a abordar otro conflicto familiar, si en aquel era la hija la que volvía al hogar materno, esta vez es la madre la que se ve obligada a refugiarse en el de su otra hija, Carole, sin tener en cuenta, egoístamente, que está interrumpiendo la rutina matrimonial que, además, están "curando" unas relaciones que últimamente no andaban demasiado bien.
Lavaine ha vuelto a reunir el mismo reparto de los actores protagonistas para encarnar de nuevo a los personajes principales de la cinta anterior encabezado, una vez más, por la gran Josiane Balasko que es el alma y vida de esta comedia originando las mejoras situaciones cómicas con su siempre inoportuna presencia en los momentos más críticos de las relaciones matrimoniales de su hija Carole con su marido Alain, que éste interpreta algunas de ellas en su doble sentido, como la de la noche de intercambio.
El matrimonio está incorporado por Mathilde Seigner y Jérôme Commandeur, que cumplen con sus cometidos.
Si la primera película tuvo un gran éxito en Francia esta debe ir por el mismo camino en cuanto a la taquilla.
El film tiene en todo momento un tono muy asequible al espectador que tenga a priori la idea de pasarlo bien o al menos un rato agradable con esta amable comedia que defiende la unidad de los miembros de la familia a pesar de los problema que haya entre ellos.
Por su parte Eric Lavaine tiene la ventaja de conocer ya a los personajes, cuyo guion ha escrito otra vez, en compañía de Hector Cabello Reyes y de Bruno Lavaine, y tampoco arriesga al hacer una puesta en imágenes que sea complicada para no enredar mucho al espectador en esta simpática comedia, echando mano de su experiencia en la pequeña pantalla.
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