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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras el éxito logrado con su película 'Mad Max. Salvajes de autopista' (1979) era fácil que el cineasta australiano George Miller fichara por el cine de Hollywood.
Después de realizar algunos episodios para la televisión de la serie En los límites de la realidad, se enfrentó a su primer largometraje americano con Las brujas de Eastwick (1987), basándose en el best seller escrito por John Updike publicado varios años antes.
En el pintoresco pueblo costero de Eastwick, en Nueva Inglaterra, viven tres mujeres, que estuvieron casadas pero han sido abandonadas por sus respectivos maridos, unas por viudedad otras por divorcio, que se reúnen una vez a la semana para tomar una copa y contarse sus cuitas y problemas.
Alex Medford es escultora, Jane Spofford es violonchelista y Sukie Ridgemont es escritora y todas se sienten reprimidas sexual y emocionalmente, en parte debido a las tradicionales costumbres de la ciudad costera de Nueva Inglaterra, donde ellas viven.
Las tres echan de menos al hombre que tuvieron en su momento y un día tras su última reunión lamentando la falta de hombres en el pueblo, conjuran al macho ideal, describiendo las cualidades que buscan en el más adecuado, y se les presenta Daryl Van Horne, un ser misterioso y extravagante en forma de un potentado rico y con aspecto satánico, para satisfacer los deseos de todas ellas a un costo que desconocen, a pesar de las maledicencias del pueblo.
A pesar de ser descarado, vulgar, algo grosero y sin tener una belleza notable, Daryl aprovecha las emociones más íntimas de las tres amigas y logra seducir a cada una de ellas, floreciendo emocional y sexualmente, llegando finalmente a comprender cómo puede hipnotizarlas tan completamente.
La película mezcla así los aspectos de una comedia erótica con el misterio sobrenatural, con la brujería y con los poderes superiores, todo ello combinado con humor y una corrosiva crítica a la guerra entre los sexos tan habitual entre los hombres y las mujeres.
El director George Miller cambia del género de acción de 'Mad Max. Salvajes de autopista' (1979) y sus secuelas, con esta brillante, inteligente y amena comedia, llevada a cabo con magníficos actores como el histriónico y, con frecuencia, desmadrado Jack Nicholson, o las tres mujeres encarnadas por las actrices Susan Sarandon, Michelle Pfeiffer y Cher, sin poder definir cual de ellas está mejor.
Les acompaña el histriónico y desmadrado Jack Nicholson, encarnando a este diablillo divertido y gesticulante, lleno de tics y rostros extraños pero justificado esta vez sobradamente por su papel.
Cuenta además con un espléndido paisaje perfectamente fotografiado por el húngaro Vilmos Zsigmon.
En la banda sonora las acompaña la estupenda música del galardonado gran compositor John Williams, muy en su estilo, para adornar esta divertida comedia.
Nominados al Oscar la música de John Williams y el sonido. Bafta a los efectos especiales. Premio Saturno de la Academia de Ciencia ficción para Jack Nicholson. Premio BMI a John Williams. Premio de los críticos de Los Angeles y de Nueva York a Jack Nicholson.
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