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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director catalán Frances Bellmunt tuvo un gran éxito comercial con su película que se tituló en español La quinta del porro (1980), en la que un grupo de reclutas se manifestaba revelándose y encerrándose en un vagón del tren pidiendo que el servicio militar sea voluntario en lugar de obligatorio.
Aquel desenfadado film estaba lleno de vocablos malsonantes, pero obtuvo un gran éxito comercial a nivel popular y debido a ello ahora se continúa con esta otra historia y esta vez de la mano de otro director, Joan Mingell, un joven que procede del campo de la dirección de fotografía, donde cuenta con más de una veintena de títulos y que de esta manera se pasa a la dirección pero con la batuta en la mano.
Un grupo de quintos que son reclamados como voluntarios llegan finalmente al campamento Caganillas Delaware de la Reina, donde son víctimas de toda clase de novatadas, además de las impertinencias del oficial más severo de todo el campamento.
Comedia centrada en las no demasiado cordiales relaciones establecidas entre las nuevas generaciones de jóvenes españoles durante el cumplimiento del servicio militar obligatorio.
Aquellos personajes continúan ahora, aunque no se ha contado con los mismos actores en esta segunda parte para incorporarlos, como ha pasado con el director y el equipo técnico que tampoco son todos los mismos.
C ontinúan estos reclutas metidos en harina y siguen con las andanzas y aventuras como ya ocurría en la cinta anterior.
A Violeta, el Quinqui, el taxista, el hippy y otros compañeros se ha añadido en esta ocasión al Capitán Matarraña y una serie de situaciones realmente insólitas e increíbles, tan sólo pasables por tratarse de la ficción cinematográfica de una comedia, en la que todo es válido con tal de hacer reír a los espectadores.
Se ha paliado un poco el tono desvergonzado del lenguaje de la anterior y a cambio se han introducido algunas escenas atrevidas así como una secuencia que transcurre en un campo de nudistas.
La dirección de Joan Minguell, que hizo la fotografía de la anterior, es bastante endeble, como propia de un debutante.
En lo referente a la interpretación resulta muy repetitiva, destacando la presencia de Victoria Abril como la novia de uno de los reclutas, camuflada como uno más entre éstos, mientras que Paul Naschy encarna a un capitán muy poco graciable, apellidado Matarraña.
El guion que en este caso ha escrito Frances Bellmunt, entre otros, director de la película anterior es muy flojo, con pocas situaciones cómicas, no obstante se logra un producto que comercialmente funciona, como ocurría con el título precedente, de cara al gran público, especialmente joven que es el que puede estar más interesando en el tema que se trata, sin exigencias de carácter cinematográfico.
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