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CRITICA
Por: PACO CASADO
A veces es conveniente conocer la trayectoria de un director para saber de lo que es capaz de hacer.
Posiblemente para algunos no les sea muy conocido el nombre de Colin Higgins, por ello les apuntaremos que nació en 1941 en Mouméa, Nueva Caledonia, pasó por el Actor's Studio y posteriormente actuó como actor en teatros de Francia y de Norteamérica y ejerció también la función de guionista.
Suyos son los guiones de 'Harold y Maud' (1971) de Hal Ashby y 'El expreso de Chicago' (1976) de Arthur Hiller, entre otros.
Debutó como director con la película 'Juego peligroso' (1978) una fresca comedia que sorprendió gratamente, donde mezclaba el suspense a lo Alfred Hitchcock con el mejor humor típico de las clásicas situaciones norteamericanas.
Por ello no nos sorprende nada ahora cuando volvemos a verle dirigiendo su segundo largometraje con esta divertida comedia sacada de una historia original, claramente feminista, escrita por Patricia Resnick que colabora también en el guion con Colin Higgins, sobre el tema de las relaciones entre jefes y empleadas especialmente que ya ha sido tratado anteriormente por algunas cinematografías.
En esta ocasión es el tirano jefe, el señor Hart, quien tiene que tratar con sus tres secretarias, Judy, Violet y Doralee, con personalidades muy distintas en cada una de ellas, con las que surgen abundantes gags, en su mayoría de buena factura cómica y gran efectividad, servidos por una interpretación inteligente a cargo de la polifacética Jane Fonda, que es capaz de pasar de la secretaria novata y despistada que lucha con una copiadora automática a ser la más experta del grupo que hace subir el nivel de esta comedia que funciona con eficacia, resultando muy comercial; o de una especial Lily Tomlin en un personaje cómico muy distante de aquel meloso film interpretado junto a John Travolta que se llamaba 'Vivir el momento' (1978) de Jane Wagner; o igualmente de la muy explosiva Dolly Parton, que canta también el tema principal de la cinta, en un papel a lo Jane Mansfield que es el centro y eje de las miradas e insinuaciones sexuales del conquistador de su jefe al que quieren eliminar; o también del despistado jefazo que en unas breves intervenciones encarna Sterling Hayden.
Con la rivalidad que se establece entre ambos bandos se construye un guion muy divertido a ratos, con una estupenda primera parte que se descompensa algo en la segunda para volver a subir en el desenlace.
A lgún pequeño bache de interés no empaña la primera intención de esta película que lo único que pretende es divertir al espectador, cosa que indudablemente consigue en buena ley.
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