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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción de esta película comienza con unas imágenes en blanco y negro en torno a la gran acogida recibida por Yuri Gagarin, el primer astronauta ruso, tras haber viajado por el espacio exterior, en su asistencia a la inauguración de las Torres Gagarine, que se empezaron a construir en 1961 y se inauguraron en 1963, un año después de su histórico vuelo espacial.
Esto es algo que tiene que ver con la historia que se nos cuenta, porque fue el propio astronauta quien inauguró la ciudad que llevaba su nombre, cuyas viviendas iban destinadas a la clase obrera, que finalmente fue demolida en agosto de 2019, que están puestas estas imágenes como una especie de homenaje.
El joven Yuri, de 16 años, que siempre quiso ser astronauta, se atrinchera y defiende con uñas y dientes el bloque de viviendas sociales donde ha vivido toda su vida, Las torres Gagarine, situadas en el suburbio comunista Ivry-sur-Seine, en las afueras de la ciudad de París, cuya estructura recuerda a las viviendas soviéticas, que están a punto de ser demolidas.
Durante la crisis de los años 70 muchos de sus habitantes cayeron en la pobreza y la delincuencia se extendió por el barrio como modo de subsistir.
Ante esa amenaza de demolición su madre se han marchado con otro hombre y con el bebé, pero él ha preferido permanecer en el lugar, tratando de arreglar todos los desperfectos que encuentra a su paso para que, una vez que venga la inspección, otorgue el visto bueno de que están aún habitables, evitando así que sean destruidas, lo que significaría perder los recuerdos de su infancia donde se ha criado, pero eso es un sueño imposible.
Para ello le lleva al viejo Gérard las joyas de su madre para pagar los materiales que les hacen falta.
Durante su labor conoce a una chica rumana, Diana, que pertenece a una familia de gitanos que tiene su campamento en los alrededores, que cuando están separados se comunican por Morse, que le ayuda en la realización que se ha propuesto, junto con su amigo Houssan.
Para vivir ha recogido todos los enseres abandonados que le hacen falta e incluso se ha montado un huerto para cultivar verduras y hortalizas.
Este es el comienzo de esta curiosa historia, el resto es la aventura que viven sus jóvenes protagonistas tratando de cumplir el deseo que se han propuesto, pero finalmente las torres fueron demolidas y hoy sólo quedan en el recuerdo y en las imágenes de esta película como un documento real de su existencia en el pasado.
En 'Gagarine' (2021), lo que parece en principio comenzar como una muestra de cine social, ambientado en el extrarradio parisino, termina virando hacia lo que fue una realidad en el pasado.
Es una crónica de la resistencia que en las manos de los dos directores debutantes, Fanny Liatard y Jérémy Trouilh, que comenzaron estudiando juntos Ciencias Políticas en Burdeos para posteriormente pasarse al cine y tras varios cortos debutan en el largometraje con Gagarine (2021), que está basado en el corto de igual título de 2015, que ha sido seleccionado por el Festival de cine de Cannes 2020 y posteriormente pasó por el Festival de cine europeo de Sevilla 2021.
El argumento se conjuga con una historia de amor de ficción ensoñadora imbuida de una cierta fantasía, que contó con la colaboración de los habitantes de la torres en el rodaje.
Premio al mejor director en el Festival de Atenas. Nominado al César a la mejor ópera prima. Premio Lumiere al mejor primer film. Premio RTBF en el Festival of love films. Mención de honor en el Festival de Filadelfia. Mejor actor Alseni Bathily en el Festival de cine europeo de Sevilla.
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