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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque ya fuera de temporada se ha estrenado esta interesante producción de Pier Paolo Pasolini, dándose cita los pocos espectadores que en estos momentos permanecen en la ciudad.
No es este un Pasolini difícil y rebuscado, lleno de problemas intelectuales y de símbolos, ya que es la simple y sencilla traslación de la tragedia de Sófocles al moderno arte del cine hecho por un poeta comprometido con la literatura y el séptimo arte.
Se abre y se cierra esta historia con ese paréntesis que comienza en la italia de los años 30 y nos traslada inmediatamente a la ciudad de Tebas y Corinto, (construida en Marruecos), que nos dice que esta leyenda mitológica puede suceder en cualquier época y lugar.
Edipo, hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas, es abandonado en un desierto a poco de nacer, pues unos trágicos augurios predicen que acarreará a sus padres la peor de las suertes.
Sin embargo, el pequeño Edipo es salvado de la muerte por un pastor que lo entrega a los ciudadanos del rey de Corinto, quien lo cría y educa como a su propio hijo.
Ya adulto, Edipo es presa de terribles pesadillas que no puede explicarse y para conocer lo que éstas encierran viaja a Delfos para consultar al oráculo.
La base de esta película está en la tragedia del hombre que quiere saber, que busca una respuesta, que quiere conocer por él mismo, hasta llegar al convencimiento de lo que desea.
Duro camino el que se traza para ello y amargo dolor el que se provoca físicamente y mayor aún moralmente.
Pasolini ha seguido, despojando de toda grandeza y lujo, la misma técnica que con El evangelio según San Mateo (1964), con la que tiene mucha semejanza.
El Tercer Mundo vuelve aquí a mostrar sus miserias como una denuncia soterrada y casi imperceptible que Pasolini quiere enseñarnos para que tengamos conciencia de ello.
Pero Pasolini no ha reconstruido, como Sófocles, una leyenda, sino que la ha utilizado para exponer y representar un símbolo, interpretándolo y adaptándolo al hombre y al mundo de hoy: con su actualización (un prólogo que se desarrolla en la Italia de los años 20 y un epílogo, en la etapa del 67, tras la transposición de la obra clásica) quiere indicar que la tragedia de Edipo es de todos los tiempos.
El niño del prólogo, que ya provoca los celos de su padre, y el viejo del epílogo, con su ceguera y su dolor, dan la posible dimensión del film: el personaje, frente a su destino, busca una respuesta a sus preguntas sobre el bien y el mal y sobre la libre determinación.
Pasolini ha hecho una obra de estética y estilo depurados, más teatral que auténtica, y quizá por eso no logre la total unidad; están muy cuidadas la interpretación, la recitación y los elementos ambientadores, así como la composición plástica.
Tanto al guion como a la realización le encontramos algunas fisuras, pero tiene momentos espléndidos y otros de nivel más bajo, unos literarios y otros teatrales, llevados a un ritmo que hace que no decaiga.
Buena interpretación de Franco Citti y de las dos protagonistas femeninas Silvana Mangano y Alida Valli desprovistas de todo divismo.
Premio al mejor guion en el Festival Isla de Faro. Globo de oro italiano a la dirección. Nastro d'argento a Alfredo Bini y al diseño de producción. Premio Kinema Junpo al mejor film extranjero.
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