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CRITICA
Por: PACO CASADO
Siempre hemos pensado que el espectador norteamericano es bastante ingenuo, capaz de divertirse con cualquier cosa, ya sea con La guerra de las galaxias (1977) o con un sencillo y simple western.
Pero a la vista del éxito cosechado por 'Cocodrilo Dundee' (1986), no sólo nos confirma en nuestra creencia, sino que esa ingenuidad y capacidad de entretenimiento llega a más de un punto del globo, porque no sólo en Norteamérica ha batido récords, sino también en otras partes del mundo.
Esta película nos cuenta las aventuras de la periodista norteamericana Sue Charlton que es enviada a Australia para hacer un reportaje sobre Michael Dundee, un rudo cazador de cocodrilos, que se ha hecho muy famoso en la selva de su tierra australiana, por su original filosofía de la vida.
Allí descubre la ingenuidad de este hombre que es casi un salvaje inocente al que la civilización aún no ha corrompido y decide dársela a conocer trasladándolo al corazón de Manhattan a donde lo invita a pasar unos días.
No cabe duda que esta nueva aventura no tiene ni punto de comparación con la que él ha corrido en su propio país, ya que aquí no entiende de semáforos, del elevado tráfico de sus calles o del metro.
El film está claramente dividido en dos partes, la primera es la que se desarrolla en Australia, en contacto con la naturaleza salvaje y la segunda la que tiene lugar ya en los Estados Unidos, en esa otra jungla urbana muy diferente.
El contraste entre ambos medios, el selvático y el urbano provoca las mayores situaciones cómicas de esta divertida historia.
La cinta tiene un ritmo pausado y bastante lento, sin que abunden las aventuras trepidantes, como tal vez hiciera esperar el título, tornándose en una especie de comedia cómica sobre todo en la segunda mitad, con las sorpresas del protagonista en contacto con la super civilización norteamericana.
Simpática comedia que lanzó al estrellato a Paul Hogan, actor que ya era muy popular, sobre todo en Australia, debido a sus intervenciones en los programas de la televisión, que aquí es el autor del argumento, que se lo ha confeccionado a su medida y a sus posibilidades, diseñando igualmente el papel del personaje que incorpora la actriz Linda Kozlowski.
Por su parte Peter Faiman desde la dirección, se amolda a los protagonistas y al guion que tiene entre las manos, sin dotarle de la personalidad que hubiera sido necesaria.
Su éxito comercial hacía esperar más de esta comedia en el aspecto artístico.
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