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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine australiano consiguió despuntar nuevamente con otra producción como ya lo hiciera tiempo atrás con títulos como Mad Max, salvajes de autopista (1979) o El hombre de Río Nevado (1982), entre otras que nos llegaron por lo canales de las entonces salas de exhibición de la modalidad de Arte y ensayo o salas especiales.
La película reciente a la que hacíamos alusión es Cocodrilo Dundee (1986), de Peter Fraiman.
Tras el éxito logrado por este film, que recaudó más de 300 millones de dólares en todo el mundo, lo lógico era esperar una segunda parte, que no ha tardado en llegarnos desde ese otro punto alejado de la tierra.
Si en aquella primera se seguía el esquema de la chica periodista que se desplazaba a Australia para buscar a un cazador de cocodrilos para hacerle un reportaje, terminando la aventura en Nueva York, en esta nueva cita con aquellos personajes, el esquema se invierte en esta ocasión.
Mick Cocodrilo Dundee se encuentra en la ciudad de los rascacielos donde se ha quedado, pero no puede estar permanentemente de vacaciones y ha de buscar trabajo, no puede estar viviendo a costa de su amiga Sue Charlton que le da alojamiento.
Pero he aquí que ella se ve metida en líos a causa de su ex marido, a la que le compromete el envío de un carrete fotográfico con contundentes pruebas sobre Rico, un mafioso traficante de drogas y asesino, por lo que se le complica el problema al ser secuestrada su amiga la periodista en cuestión, viéndose en la obligación de tener que rescatarla.
Tras conseguirlo y estar amenazada de muerte, se la lleva a la manigua australiana, el territorio que mejor conoce, donde combatirá a sus anchas a los temidos criminales que la han seguido hast Australia para matarla.
El personaje de Cocodrilo Dundee ya quedó perfectamente definido en la primera cinta, como un hombre sin dobleces, de costumbres sencillas, para el que lo blanco es blanco y no tiene otro color, un experto en el conocimiento del territorio australiano que se ve obligado a proteger la vida de su amiga neoyorquina en su territorio.
Ahora a nuestro héroe, ya conocidas sus características de hombre simplote, acostumbrado a su país y a resolver los problemas a su manera tan particular, tan sólo hay que volver a ponerlo a caminar en esta nueva aventura, salpicarla de algunos pintorescos trucos que hacían reír en la primera y de una gotas de humor y poco más, con la seguridad de que la fórmula empleada volverá a dar el resultado apetecido.
Eso exactamente es lo que ocurre con esta nueva entrega, que resulta tan divertida como la primera.
Paul Hogan sigue interpretando al impertérrito Mick, mientras que Linda Kozlowski vuelve poner su belleza y en este caso John Cornell, como director, el ritmo necesario para llevar a puerto este entretenimiento.
Premio Golden Screen, Germany. Premio BMI a la música.
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