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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine negro tuvo una breve resurrección hace una década con películas que, si bien no eran novedosas, daban un tratamiento diferente al tema.
George Armitage, se basa en una novela de corte policiaco escrita por Charles Willeford para presentarnos un tipo de delincuente que es poco habitual.
Un individuo que tras llegar al aeropuerto de Miami, un Hare Krishna le pone una flor en la solapa, apareciento muerto éste poco después y haciendo sospechoso al recién llegado.
Por medio hay un ex-convicto que desea cambiar, aunque ya en el avión ha robado varias carteras e imita la firma para transformar su identidad.
Su encuentro con una chica que hace la calle en una de las ciudades más corrompidas del mundo, como es Miami, para poder pagarse sus estudios, lo que diríamos que es más buena que el pan a pesar de su profesión, le hace ser de una gran ingenuidad, lo que en cierto modo cautiva al delincuente que por ella querrá ser honrado a lo que la chica tratará de ayudarle, mientras él hará que deje la prostitución, en un romance lleno de emoción y aventuras.
Junto a esta insólita situación hay un tercer lado del triángulo, un personaje, que es un atípico policía que cumple con su obligación más mirando a su futuro retiro que por propia convicción de mantener la ley y el orden.
Su dentadura postiza le dará un aire diferente, como igualmente le hará caer de su pedestal el encuentro con el delincuente protagonista, que le llevará a cambiar su línea de conducta y llevar a un tiempo la venganza de la paliza recibida en la que le roba la placa con la que se hará pasar por policía evitando robos, pero aprovechándose de lo robado por otros a sus víctimas.
El film sigue el camino del género policiaco pero a decir verdad hay ocasiones en las que no lo parece y sin embargo, de vez en cuando, da una fuerte sacudida al argumento para volver al sendero.
George Armitage, primero guionista y después convertido en director, está más atento a que el guion no se desequilibre, que las líneas argumentales queden claras, que todo esté en su sitio y después en la realización deja hacer a los actores sus bien aprendidos trabajos.
A decir verdad los papeles no eran muy complicados y los intérpretes están bien elegidos y ajustados a sus personajes, con un Alec Baldwin que sube como la espuma, cada vez más hecho y seguro, frente a un veterano Fred Ward y una Jenifer Jason Leigh, en un papel de ingenua prostituta muy distinta de la explosiva y despampanante mujer que encarnaba en Θltima salida: Brooklyn (1989), dirigida por Uli Edel.
Premio de la Sociedad de críticos de Boston y de los críticos de Nueva York para Jennifer Jason Leigh.
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