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CRITICA
Por: PACO CASADO
Parece que los guionistas actuales no saben hacer guiones de aventuras si no es situando la acción en el género de la ciencia ficción.
Es como si eso les diera mayor libertad creativa y dejara la imaginación más libre para fantasear sobre lo que pueda llevar a cabo el protagonista.
Un ejemplo muy claro de lo que decimos puede ser perfectamente lo que podemos contemplar en esta película, en la que Robbins, un soldado del ejército en este caso, es acusado de dar muerte a un superior, un oficial al mando, y es condenado a la prisión de Absolom, una especie de isla secreta con dos campos de presos en la que los prisioneros son dejados a su suerte hasta que mueren.
Como todos fallecen antes de salir de allí, nadie sabe cómo es la prisión, un auténtico infierno viviente.
En dicho lugar hay dos bandos claramente diferenciados que han conseguido sobrevivir cada uno a su manera.
Uno de forma bélica y militar capitaneados por un jefe terrible e indiscutible y que son mayoría.
El otro grupo lo hace bajo el mandato, un tanto más pacífico, de El Padre.
Poseen menos recursos y están en minoría, siempre amenazados de destrucción por los más poderosos.
Salir de la isla es poco menos que imposible.
La aventura del protagonista es intentar esa doble dificultad: sobrevivir y escapar.
Este relato se podía haber situado muy bien en la actualidad, ya que ese 2.022 en el que se dice que se lleva a cabo la acción está cada vez más cerca y tampoco se utilizan artefactos tan complicados ni increíbles como para que no se pueda desarrollar en nuestros días.
El guion posee toda clase de convencionalismos, los tipos están tratados de forma superficial, como corresponde a obras de este tipo en donde sólo interesa la acción y la aventura.
Muchos espectadores agradecen esta clase de films que les proporcionan evasión durante dos horas y en los que la acción salpica por momentos el interés de la cinta.
Martin Campbell, director de origen australiano y autor de Ley criminal (1988), lleva la película al puerto del producto comercial, sin complicarse demasiado la vida, tendiendo siempre a lo más espectacular.
Para ello cuenta con actores apropiados para estos cometidos, como los que encabezan el reparto: Ray Liotta, Lance Henriksen y Stuart Wilson que saben lo que se traen entre manos.
Cinta entretenida para pasar el rato.
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