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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1975 Norman Jewison llevó a cabo el guion de William Harrison haciendo una cínica y sombría visión del futuro a través de un jugador del juego del Rollerball a quien se le presiona en pleno éxito para que se retire, con una descafeinada crítica de las clases sociales y centrándose en la espectacularidad del brutal deporte, que era lo mejor del film, dada la maestría que demostraba el director en su puesta en escena.
La nueva versión tiene diversas diferencias: se baja la edad del protagonista, de 37 a 22 años; se ambienta en Rusia con la consiguiente corrupción, en lugar de en los Estados Unidos; la presión al protagonista es para que sea más violento en el juego y suba la audiencia televisiva; esta vez entre los jugadores se incluyen también mujeres; se anticipa al 2005 lo que en la primera ocurría en el 2018, con respecto a su producción 43 años después; se le introduce un preámbulo de body skateboard y aún así tiene casi media hora menos de duración que el original.
La nueva versión se centra más en una sociedad inmersa en un capitalismo feroz, dominado por la televisión, de lo que se hace una sátira mordaz y en el violento juego del Rollerball en el que se va casi toda la trama.
La realización de John McTiernan está llevada a cabo con la habitual celeridad de las películas de acción actuales, con un guion confuso y una banda sonora llena de ruidosas canciones, que la hacen poco o nada interesante.
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