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CRITICA
Por: PACO CASADO
La ausencia casi total del cine francés en los últimos años había hecho que nos olvidáramos de aquellas comedietas que hacía como churros el famoso actor cómico Louis de Funès.
La presencia en nuestras carteleras de esta película dirigida por Gérard Oury, que fue el artífice y director de muchas de ellas, nos lo ha recordado.
Porque 'Aquí todos roban' (1993) tiene todas las características de aquellos films y si nos apuran, el protagonista, Christian Clavier, que también interviene en el guion, copia hasta los gestos de Louis de Funès, en la forma de hablar, de comportarse en sus intervenciones, etc.
Algunas personas son capaces de hacer cualquier cosa por dinero, hasta de matar, y más si se trata de tener unos lingotes de oro.
El constructor de casas prefabricadas, Urbain Donnadieu, es convencido por su abuela, Mémé Zézette, que lo acogió cuando era niño, para que se case con Miss Moulin, una inspectora de Hacienda para poder burlar el pago de las deudas que tiene contraidas con la Administración.
Pero el matrimonio no dura mucho y como de lo que se trata es de evadir capitales a Suiza, lo intentan tanto la abuela como el nieto, convirtiendo el dinero en lingotes de oro que esconden entre los ladrillos de una de esas casas prefabricadas para pasar la frontera sin pagar impuestos.
Pero como es de ley, el criminal nunca gana... que se decía hace tiempo en una serie radiofónica.
La serie de peripecias y persecuciones que llevan a cabo la ex-mujer y su amante, chofer del marido, hasta dar con el oro, es lo que constituye el núcleo central de esta comedia entretenida pero intrascendente, previsible y bastante tópica, interpretada por la veterana actriz Tsilla Chelton protaginista de 'Qué hacemos con la abuela?' (1990), y Christian Clavier, intérprete de la exitosa 'Los visitantes' (1993).
Una dirección desvaída de Gérard Oury que parece que con la vejez pierde hasta el oficio, con escenas mal filmadas, que pone en escena un guion con bastantes agujeros, que no son los de las casas prefabricadas precisamente, sino del interés que tiene el endeble relato.
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