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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hubo una época del cine americano que transcurrió por los comienzos de los años treinta, en la cual se impuso un género, incipiente entonces, que luego al comienzo de los años cuarenta llegó a la mayoría d eedad y al que no se le reconoció como tal hasta hace poco y al cual se le bautizó con el nombre de musical.
La verdad es que esta primera etapa del musical apenas es considerada como pionera o iniciadora, ya que poseía poca y auténtica calidad cinematográfica. Quizá por ello se tuvo que dar entrada a poco de empezar, al humor a través de la comedia, en la que los americanos se hicieron unos auténticos maestros y lo son, aún, hoy día.
Entre estos iniciadores del movimiento se encuentran dos maestros, Ernest Lubitsch con sus films "Un ladrón en la alcoba", "una mujer para dos", "El bazar de las sorpress" y "Ninotchka", y por otra parte Frank Capra con una auténtica trilogía sobre la vida con la que se nos da, no solo las comedias más divertidas del cine americano de la época, sino también las mejores sátiras contra el sentido materialista de la vida, "El secreto de vivir", "Vive como quieras" y "Que bello es vivir".
Muchas veces los genios, cuando les faltan medios, los sustituyen con inteligencia. Este es el caso de Frank Capra en esta cinta.
En un momento en qu eel cine estaba poco desarrollado, en un momento en el que practicamente podríamos decir que veía la luz un nuevo género, Capra juega todas las cartas con su ingenio.
Si en la comedia musical en su primera época todo era vanalidad y superficialidad, este realizador no podía caer en el mismo defecto. Sus películas tenían que estar en el punto exacto en que deberían estar siempre las películas para que lleguen a ser auténticas obras maestras, en el punto en que se cortan las coordenadas de la calidad y la comercialidad.
"Vive como quieras" es una película para personas sencillas, para aquellos espectadores que son felices viviendo la vida de los personajes de la pantalla y aquellos que saben ver con los ojos del corazón la grandeza de almas de las personas humildes que desparraman y reparten alegría que inunda sus corazones, de esa alegría de vivir de los que saben despreciar las apariencias, la hipocresía y el egoísmo humano.
Pero todo esto está dado en un guion denso, sólido, macizo, en el que ni un minuto se desaprovecha, sino para dar el mensaje (con mayúsculas y en el más amplio sentido de la palabra).
Cada plano, cada escena está pensada en función del tema que anima a la cinta. Cada fotograma está montado al milímetro. Cada foto está llena de la más sana crítica social, válida para cualquier época, porque siempre ha habido buenos y malos, siempre han existiido hombres como los que se nos presentan en el film, con sus ambiciones, con su afan por el lucro, por almacenar dinero que luego no se podrán llevar a la tumba, porque lo único que se lleva es la amistad y las obras que se han hecho por los demás.
Es por ello un canto a la amistad y un no rotundo a la ambición, a la posesión desmedida sin ver que daño se le hace a esas personas humildes a las que se avasalla sin piedad, como si no fueran seres humanos a los que se le debiera una consideración como hermanos nuestros que son.
No cabe duda que a pesar de la antigüedad de la cinta, que se refleja en sus imágenes y en la falta de recursos técnicos, ha sobrevivido al paso del tiempo y siguen siendo válida hoy día, siendo quizás esta la prueba más patente de que es una obra de arte.
La película no tiene reparos que puedan empañar el extraordinario argumento, sino que muy al contrario pregona y exalta todas esas virtudes de las que hemos hablado a lo largo de toda la crítica.
El largometraje merecería un estudio más detallado y profundo y que a pesar de la extensión de nuestra crítica no hemos podido ni mucho menos abarcar, por lo que no cabe duda de que sería de un gran provecho , un enjundioso diálogo a cerca de esta cinta en un cine-club, o unas cuantas páginas dedicadas a ella en una revista especializada.
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