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CRITICA
Por: PACO CASADO
El título español de esta película nada tiene que ver con el original americano, 'Señora Winterbourne', ni siquiera con el de la estupenda novela en que se basa 'I Married a Dead Man' (Me casé con un muerto) original de William Irish, seudónimo de Cornell Wooldrich (autor de 'La ventana indiscreta' (1954)).
Aquí se narra la historia de Connie Doyle, una chica soltera de dieciocho años, de origen humilde que, se ha quedado embarazada de su novio que la ha abandonado, un hombre que apenas conoce.
Toma un tren equivocado que se dirige a la ciudad de Boston, donde encontrará su destino al ser confundida con otra mujer, Patria, también en estado, que muere con Hugh Winterbourne, su marido, en el accidente ferroviario en el que el tres descarrila y choca con otro tren.
Cuando ella recobra el conocimiento, ya en el hospital, a Connie la confunden con Patricia Winterbourne que muere junto con su marido en el accidente y sin querer, toma la identidad de la víctima, convirtiéndose así en futura heredera de una rica familia, ya que Hugh también murió en el accidente.
Acogida por la importante familia Winterbourne, Connie trata de aclarar el equívoco, pero no encuentra el momento, hasta que su antiguo novio intenta hacerle chantaje.
La madre de Hugh, que no conocía a la novia de su hijo, la acoge a ella con el deseo de ser abuela y Connie se enamora de Bill el hermano gemelo de Hugh.
El dilema está en si continúa la farsa o se decide a decir la verdad de lo ocurrido.
Esta novela fue llevada ya al cine por Mitchell Leisen con el título de 'Mentira latente' (1950) y más recientemente en Francia por Robin Davis, 'J'ai epousé une ombre' (Me casé con una sombra) (1983).
La comedia tiene todos los ingredientes de aquellos antiguos films teñidos de tintes dramáticos, de la Universal, dirigidos por Douglas Sirk, pero tratado en este caso en un tono de comedia, lo que hace que se digiera mucho mejor, gracias a los instantes cómicos de que se salpica toda la increíble y convencional trama que, si hubiera sido tratada en serio, no se sostendría en pie en ningún momento.
El argumento hila bien determinadas situaciones y el guion tiene momentos ingeniosos, pero se empeña en contarnos la historia en un largo flash back que creemos a todas luces innecesario y que lo único que hace es desvelar el final al principio de la cinta, restándole así posible interés y suspense a la trama.
Por lo demás la película resulta agradable de ver, está dirigida con corrección por Richard Benjamin, actor metido a director del que recordarán los títulos 'Mi año favorito' (1982), 'Mi novia es una extraterrestre' (1988), 'Made in América' (1993) con un trío de actores que encajan muy bien en su respectivos cometidos, capitaneados por la veterana Shirley MacLaine, que hace un buen trabajo, junto Brian Fraser en el doble papel de los dos hermanos gemelos, y Ricki Lake, joven actriz musa de John Waters en 'Los asesinatos de mamá' (1994).
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