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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tres películas vistas en España avalan la categoría de la realizadora polaca más prestigiosa y valorada en estos momentos, Agnieszka Holland: 'Conspiración para matar a un cura' (1988), 'Europa, Europa' (1990) y 'Olivier, Olivier' (1992).
En dos ocasiones sus films han estado nominados al Oscar y con esta cinta, producida por Francis Ford Coppola, se inicia en la realización en Norteamérica.
La película nos pone en imágenes una nueva versión del libro de Frances Hodgson Burnett, cuya última edición fílmica data de 1949.
Nos narra la historia de Mary Lennox, una niña inglesa que queda huérfana al perder a sus padres tras un terremoto en la India y es enviada a Londres a vivir en la gran mansión de un solitario tío suyo, que perdió a su mujer hace ya algunos años al tener a su hijo, pero que aún no se ha recuperado de tan sensible pérdida.
En la mansión vive también una estirada ama de llaves.
El pequeño está en cama y la niña protagonista, Mary Lennox, vendrá a ser como el bálsamo que lo cura todo, gracias a la alegría de vivir que lleva en sus venas y que comunica a todos.
Su forma de actuar contrasta con el lúgubre ambiente del viejo caserón en el que se desarrolla la acción y el carácter hosco del ama de llaves.
La pequeña un día le pide un trozo de tierra a su tío donde poder sembrar y descubre un jardín abandonado que, con la ayuda de un amigo, Dickon, el hermano pequeño de su doncella, logran hacer que florezca, convirtiéndose en el lugar de juegos del paralítico primo Colin, y de sus animales.
Esta puede ser una imagen simbólica de la siembra que la pequeña hace y que contagia a todos con su alegre forma de vivir y de actuar en la vida.
Allí brotan no sólo las flores sino también el amor, la amistad y la bondad.
Este bonito relato ha caído en las sensibles manos de una realizadora como Agnieszka Holland que la pone en imágenes con una gran delicadeza, sencillez y belleza al mismo tiempo.
La directora sabe lo que se hace y aporta el ritmo adecuado para narrarnos este pequeño cuento.
Rodeada de buenos técnicos, con los medios puestos por Francis Ford Coppola a su alcance, con un trío de pequeños actores bien dirigidos y de los que obtiene una estupenda respuesta, así como el respaldo de la veterana Maggie Smith en el papel del ama de llaves, Agnieszka Holland es capaz de conseguir los resultados obtenidos en esta ocasión.
Un cuento que igual gusta a pequeños que a mayores, con originalidad, sencillez y calidad a un tiempo.
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