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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta cinta puede ser tomada casi como el testamento artístico de John Wayne donde este mítico actor norteamericano, que intervino en innumerables westerns, viene a autointerpretarse, y a reflexionar sobre su imagen fílmica.
Fue su último western y también su última película.
Un sexagenario pistolero llamado J.B. Books descubre que tiene un cáncer que acabará con su vida en unos pocos meses.
Debido a esa circunstancia, alquila una habitación en una tranquila ciudad, para esperar que llegue el momento de su muerte.
Pero la presencia de un personaje mítico como él no pasa desapercibida, ni para el hijo de su casera, que lo adora, ni para los viejos enemigos que llegan al lugar para ajustar olvidadas cuentas con él.
El argumento se puede considerar un tanto tópico en el que ese antiguo pistolero, ya envejecido y enfermo, aquejado de una enfermedad incurable, debe enfrentarse, en solitario, a tres enemigos más jóvenes y ágiles que él.
Tanto el actor como el personaje se saben ya al final del camino en esta vida.
Y viven en un mundo irreconocible: por las calles del viejo poblado circula algo muy distinto a unos caballos o a una diligencia: un tranvía, y la gente habla por un extraño aparato que Alexander Graham Bell se empeñó en inventar y al que llamó teléfono.
El film cuenta con un prólogo compuesto por una selección de planos de las cintas más representativas del estupendo actor que mueve a la nostalgia al buen aficionado al cine que es como un homenaje.
Es ésta una película curiosa y al mismo tiempo dulzona, a medio camino entre la nostalgia y la autocompasión.
Y para subrayar el crepúsculo de este western, al final del género, nada mejor que acompañar al gigante de otras gloriosas producciones con otras tanta viejas glorias como James Stewart, Lauren Bacall o John Carradine.
En éste su último e interesante film, John Wayne interpretó a un personaje con muchas cosas en común con él (un viejo pistolero condenado a muerte por el cáncer) que en vez de esperar la muerte, decide morir como ha vivido: luchando.
Estuvo rodeado de actores tan veteranos como él, dirigidos por la mano maestra de Don Siegel en esta inteligente y conmovedora obra que es un más que digno colofón para la gran carrera de una gran leyenda del cine.
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