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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser estrenada en el Festival de Toronto y pasar por el de cine en español de Málaga llega a las salas españolas 'Cadejo blanco' (2021).
Vamos a comenzar este comentario aclarando el título de esta producción guatemalteca y es que un cadejo, según la tradición sudamericana de algunos países, es una especie de fantasmal animal cuadrúpedo de gran tamaño que se aparece por las noches para asustar a los trasnochadores y borrachos hacerles perder el vicio de beber.
En la película, casi al final, se le aparece una especie de perro blanco a la protagonista, que se supone que es el referente del título.
La historia comienza cuando Bea, la hermana mayor de Sarita, una joven de clase trabajadora de la ciudad de Guatemala, la convence para que la acompañe esa noche a la discoteca porque quiere que esté presente cuando ella corte con Andrés, un chico al que ha conocido y que ha sabido que pertenece a una mara, que es como se conocen a las pandillas de delincuentes, de la que una vez que se ha entrado en ellas, no se sale más que muerto.
Sara tras ello vuelve a casa, pero no ocurre lo mismo con Bea.
A la mañana siguiente ella y su abuela ponen una denuncia en la comisaría y en vista de la ineficacia policial, Sara decide buscarla por su cuenta.
Para ello logra hacer amistad con Andrés, para lo que viaja hasta la ciudad costera de Puerto Barrios que es donde vive, que no la conoce, y además ha cambiado su nombre, para tratar de introducirse en la mara e investigar.
La aventura que corre Sara constituye el argumento de este film de final incierto.
El guion acumula una serie de hechos que en ningún momento tienen relación con el fin que se ha propuesto la protagonista, pero que sirve para darnos una idea de la peligrosidad de esos grupos de jóvenes que tiene marcada la muerte en su cabeza y que la practican sin miedo, ya que con frecuencia nadie se preocupa de la desaparición de una persona o de la muerte de la misma, incluida la propia policía, por lo que son frecuentes las desapariciones, los robos y los asesinatos a sangre fría, mientras la redes de prostitución están a la orden del día.
La historia resulta entretenida, pero esa acumulación de hechos hace que el metraje se alargue de manera innecesaria sin que conduzcan y contribuyan a la solución final de la misma, que termina convirtiéndose en una simple venganza.
Está interpretada por actores jóvenes en su mayoría que posiblemente tengan poca experiencia o ninguna como tales, por lo que la actuación de los mismos deja algo que desear.
Por otra parte esta historia nos sirve de una especie de documental para saber cómo actúan esas bandas y los motivos que les llevan a ello aunque aquí no acaban de quedar nada claros.
No obstante nos lleva a reflexionar sobre estos hechos de una juventud perdida a la que dada la miseria en la que suele vivir no le dan ningún valor a la vida y saben que posiblemente morirán jóvenes como criminales violentos.
La guionista y directora norteamericana Justin Lerner se ha ocupado de documentarse durante bastante tiempo para escribir esta historia encargándose también de hacer el guion de la misma y de ponerla en imágenes para confeccionar este su tercer largometraje como realizadora en el que ha tratado de insertar el mayor realismo posible, sin ocuparse por otra parte de hacer una puesta en escena brillante.
Premio al mejor film, fotografía y edición en el Festival Ícaro. Mejor película en el Festival de Reims.
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