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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras conseguir éxitos multitudinarios como La colmena o Los santos inocentes, Mario Camus había puesto muy alto el listón como para volver a rebasarlo.
Se había apoyado en dos obras literarias de solidez y prestigiosos autores como Camilo José Cela y Miguel Delíbes.
En su reentre ha preferido un guion propio con una historia íntimista y una vuelta a la meditación y a la nostalgia. Nos relata la vida de un exiliado uruguayo, con su hija de la mano, que vuelve a España en busca de l amujer que siempre quiso, para lo que se hace pasar por entrenador de baloncesto de un equipo de Lugo, que resulta la parte menos creíble de la historia y por donde hace agua el guion de la película.
Camus rodea al personaje de otros secundarios qu van cubriendo de alguna forma las lagunas de la historia, el entrenador de baloncesto al que sustituye y al qu ele confiesa la verdad y decide ayudarle o la hija que es fiel compañero; el exiliado uruguayo que encarna Francisco Rabal, en breve pero excelente intervención, o la mujer amada fugazmente interpretada por Charlo López.
Todo ello está plasmado con delicadeza, con tacto, con buenas intenciones y con buena técnica, pero algo se rompe a cada paso en esta historia íntimista que no logra llegar a cuajar del todo.
Hay cosas sugeridas que no se matizan y otras que innecesariamente se explican demasiado.
Federico Luppi, el gran actor argentino de Tiempo de revancha encarna al protagonista con sobrada entidad para dar el personaje, bien ayudado por la pequeña Eva Cooper..
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