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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es nuevo que un actor pase detrás de la cámara para dirigir, al tiempo que es el principal protagonista, haciendo así más difícil el cambio y la duplicidad de profesión.
Esta es la historia del joven Fenton Meiks que confiesa al agente Wesley Doyle del FBI cómo su padre, todo un fanático de la religión, tuvo visiones que le convertían en el destructor de determinadas personas que realmente eran demonios llegados a la Tierra.
El correcto actor Bill Paxton se convierte en director con este thriller de terror un tanto atípico, que tiene el tema religioso como motor de un asesino en serie, que está convencido de haber sido nombrado La mano de Dios para hacer justicia con todos aquellos que difrazados de corderos hacen el mal en el mundo. Lo peor es que Adam Meiks implica en tan insana tarea a sus dos hijos pequeños, Fenton y Adams, para que le ayuden.
El mayor, Fenton, no está convencido, pero no se atreve a denunciarlo.
La película está contada en flash-back, cuando uno de los hermanos, ya mayor, acude a la justicia para decir quien es el asesino, trasladando así la acción de la actualidad al año 1979.
El guion lleva a cabo con gran realismo las terroríficas acciones que tienen lugar en ese hogar de Texas, al tiempo que toca temas como las convenciones religiosas, que a veces llevan a la locura, o la influencia que tiene el padre en los hijos a los que convierte en auténticos asesinos.
La dirección Bill Paxton consigue una atmósfera irrespirable, un clima desasosegante y claustrofóbico, aunque no logra el ritmo adecuado, haciendo premioso el devenir de las situaciones y repeticiones de escenas.
Saca buen partido de los pequeños que incorporan a los hijos.
El debut del nuevo director es firme y correcto con un inesperado final.
Esperemos nuevas entregas suyas.
Premio Bram Stoker y Fangoria al guion. Premio Golden Schmoes. Premio IHG al mejor film. Premio NBR.
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